Entre clarividentes y hombres de fe

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Nosotros no tenemos que proteger al ambiente, la Segunda Venida [de Cristo] está a mano”.

La frase, sentenciada por algún evangelista del montón, podría no causar revuelos. No obstante, el que la promulgó fue el ministro de política ambiental de Estados Unidos bajo la presidencia de Ronald Reagan. La escogí, sinceramente, porque engloba muchas de las razones del porqué debemos no tolerar a la religión y apartarla de nuestro lado cuando podamos (nos quita responsabilidad ante la vida y el mundo en el que vivimos).

En Estados Unidos los fundamentalistas religiosos son capaces de cualquier cosa. Un ejemplo –tomado del libro de Richard Dawkins, The God Delusión – servirá para recrearnos la mente del fundamentalista.

El caso es muy triste. El geólogo estadounidense Kurt Wise, titulado en Harvard, y con un futuro prometedor se enfrentó un día a una encrucijada mental.

Demasiado inteligente, no podía seguir tolerando las incongruencias entre la Biblia y sus estudios académicos. De modo que tomó el libro sagrado y un par de tijeras. Empezó a “podar” el libro en cada párrafo donde le parecía que no concordaba con las evidencias científicas. Al final casi no le quedó Biblia en pie. Entonces se enfrentó al dilema de su vida:

"Traté como pude; y aún con el beneficio de los intactos márgenes de las páginas de las Escrituras, hallé imposible agarrar la Biblia sin que se desgarrase en dos. Tenía que tomar una decisión entre la evolución y las Escrituras. O las Escrituras eran ciertas y la evolución estaba equivocada; o la evolución era cierta y debía botar la Biblia...Fue allí; esa noche, en la que acepté la Palabra de Dios y rechacé todo lo que la contradijese, incluyendo la evolución. Con eso; con profundo dolor, eché al fuego todos mis sueños y esperanzas sobre la ciencia."


En efecto, dejó de lado las evidencias y la razón para abrazar la creencia en Dios únicamente. 
 
Este es un ejemplo de la crianza fundamentalista que se lleva a cabo en diferentes partes del mundo, donde a los niños no se les enseña a dudar ni a preguntarse si lo que leen en su librote sagrado es cierto o no lo es, simplemente deben aceptarlo con sumisión y respeto. Algo semejante a lo que a Tolstoi le sucedió, pero impelido por su horror a la muerte.

Veamos algunos ejemplos de pseudonciencia peligrosa.



VISITA A UNA CLARIVIDENTE

A Elena Valdéz la conocí hace muchísimos años ya. No recuerdo la fecha, pero fue tras los atentados del 11 de Septiembre, pues ella afirmaba que había tenido una visión de los hechos y lo había dibujado.

Desde luego que tales dibujos tenían tanto parecido como un plato de arvejas con un bonsái. Pero ella estaba convencida y a todos les decía sobre ello.

En la entrevista que tuve en su casa por Recoleta, estaba entusiasmada de dar a conocer su mensaje. Y evidentemente lo hizo con el tiempo. Pues el terreno estaba abonado.

Víctor Sueiro, aquel que dijo venir de la muerte, fue su padrino de algún modo y ella pudo finalmente pisar el salón de la fama, que es el lugar al que aspiran, en definitiva, todos los New Age: una charla con Mirtha Legrand.

Tuve una ligera discusión con ella, que relaté en un informe para el Escéptico Digital. Todo debido a unas fotos que le había tomado y con las que ella se había obsesionado.

Este es el escueto relato.

LA NUEVA PARRAVICINI

Es mujer. Es atractiva. Es clarividente. Es la precursora del profeta latino. Se llama Elena Valdéz.

La conocí en el barrio de Recoleta, donde tiene su residencia, aunque asegura que vive fuera de la capital federal.

Por el espacio de varias horas la entrevisté y me permitió fotografiar sus obras que, supuestamente, son premonitorias.

Elena me habló de Hadas y Ángeles con una naturalidad que amagué ver a mis costados para ver donde estaban, parecía que hablaba de sus mascotas.

Me confesó – los ojos algo melancólicos – que su dibujo profético del atentado a las Torres Gemelas fue efectuado diez años antes de que ocurriera. Y su “gran parecido” –me afirma – es inconfundible.

Tras el encuentro que mantuve, que no pasó de ser algo anecdótico y sin mucha importancia, no pensaba siquiera escribir nada al respecto. Porque no valía la pena.

Pero aquella mujer empezó a acosarme. Y me explico mejor. Como dije, había tomado algunas fotografías - la que incluyo aquí - y ella estaba demasiado ansiosa, llegando al punto del acoso, porque le diera unas copias. Me escribía email, me telefoneaba, me pedía que se las llevara a la casa y si ella no estaba el portero las recibiría.

Me negué en redondo hacerlo, porque no quería revelar las fotos porque no pensaba cubrir ningún artículo  para nadie. Pero fue tanto el acoso de este señora que tuve que llevar los rollos a revelar para sacarmela de encima. Se los envié por correo electrónico y le dije que no pensaba publicar nada, pero en vista de los hechos, me había dado leña para hacerlo.

Y le dije:

“ ¿Es posible que siendo tan espiritual, estando en contacto con tantas inteligencias invisibles, te molestes tanto por unas meras fotos que encima jamás prometí enviarte ni pasarte copias?”

Su respuesta fue que había estado muy influenciada. ¿Por quién? ¿Por sus ángeles? ¿O los extraterrestres que le pasan el recado de las visiones futuras?. Porque ella afirmaba estar en contacto con tales inteligencias.

Como sea, esta perfección del narcicismo, como dice Sam Harris, me dio el punta pie para escribir este post relatando mi experiencia. Y ya que estamos.


OTRO PERSONAJE DE LIBROS

Y hablando de Hadas y religión. El tema de los Duendes, de la mano de Liliana Chelli, parece un boom fantástico. Crece esa moda-religión sin parar.

Roberto Rosaspini Reynolds fue una de las personas que conocí, años antes de que falleciera, que escribía sobre estos personajes.

Muchos de sus lectores les habrá resultado plausible la existencia de tales criaturas, e incluso en sus últimos tiempos Reynolds afirmaba que un Hada le estaba haciendo entrega de unas pócimas secretas para sanarle, tan bajo era el éxito editorial que precisaba de las muletillas de rigor.

Pero en la entrevista que mantuve, (y que por ahí guardo el video) no había dudas de que todo el asunto de los duendes era un excelente método de obtener dinero. Casi que me lo confesó.

Es interesante destacar el influjo que tienen este tipo de creencias, porque si no sirve la iglesia y sus santos, siempre se puede adorar a los duendes y hadas del bosque, e incluso a los gurús de mirada mansa que todo lo saben y pueden (en la foto Lily Sullos en una entrevista en su casa).

He notado, en estos años, la transición gradual de cambio de paradigma religioso por parte de muchísimas personas. El tema ovni, el tema reencarnación, el tema duendes, y todo tipo de fenómenos que de alguna manera se contengan bajo el término “sobrenatural” son bienvenidos.

Pero quizá el mayor problema venga de los injertos de ciencia con religión que abundan en libros como El Secreto, y tantos otros relatos que confunden a las personas. 
 
Intentan utilizar conceptos de la ciencia como autoridad para sus afirmaciones delirantes.




CONCLUSION

Todos estos casos son gritos profundos desde la oscuridad de la razón clamando una sed espiritual que nunca es colmada, porque sencillamente, y aunque pueda resultar cruel, no existe. En realidad, enmascaramos con estas creencias inverosimiles nuestro más hondo horror a la muerte.

Cierro con las palabras de Susan Blackmore:

Si esta sociedad va a tener alguna profundidad espiritual, debe cuadrar felizmente con nuestra creciente comprensión del funcionamiento del cerebro y la naturaleza de la mente. No podemos permitirnos tener un mundo en el que los científicos comprenden la mente, y otro en el que gente especial se ilumina. Es importante recordar que la evolución no tiene previsión y por tanto no produce necesariamente la “mejor” solución.”

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