Aquel hombre vivía en Chacarita. Cercano al famoso cementerio que tantas historias tiene y que algún día contaré.
Lo estaba visitando porque afirmaba que había obtenido grabaciones caseras de ovnis e incluso flotillas de ovnis. Era impostergable la entrevista.
Al ingresar a su casa, recuerdo que me enseñó su pequeño observatorio. Consistía en cámaras enfocadas al cielo, manejadas por mandos a distancia y pequeños equipos robots.
A simple vista me pareció algo genial. De hecho, todavía me sigue pareciendo una gran idea eso de fisgonear los cielos (y los edificios cercanos).
Pero Ricardo D'angelo estaba convencido de algo: que nos visitaban extraterrestres y que, todas las noches, en los cielos, había una constante vigilia de ellos hacia nosotros, la especie a la que, aparentemente, observaban.
Su cámara robotica enfocando los cielos |
Me enseñó videos dignos de mérito. Muchos eran obvios objetos que confundía a la distancia con otra cosa, pero otros eran francamente difíciles de explicar.
Recuerdo un objeto en forma triangular cuyo movimiento me sorprendió.
Todavía no sé que habrá sido aquello, pero antes de formular una opinión y zanjar todo con una explicación plausible, prefiero dejar el voto al silencio.
Actualmente D´angelo sigue empecinado en sus búsquedas nocturnas con sus telescopios acoplados a cámaras. Imagino que seguirá monitoreándolo todo desde su habitación, en la computadora desde donde convergen las imágenes de los cielos.
Allí lo sigo viendo, con el mando de control de los robots que manejan las cámaras en la azotea, anhelante de una evidencia que sea definitiva y sacuda a la opinión pública. No le hace mal a nadie. Y quizá algún día observe algo increíble.
Créditos imágenes: glaucoart Observatorio de Anomalías en Argentina
Recuerdo un objeto en forma triangular cuyo movimiento me sorprendió.
Todavía no sé que habrá sido aquello, pero antes de formular una opinión y zanjar todo con una explicación plausible, prefiero dejar el voto al silencio.
Actualmente D´angelo sigue empecinado en sus búsquedas nocturnas con sus telescopios acoplados a cámaras. Imagino que seguirá monitoreándolo todo desde su habitación, en la computadora desde donde convergen las imágenes de los cielos.
Allí lo sigo viendo, con el mando de control de los robots que manejan las cámaras en la azotea, anhelante de una evidencia que sea definitiva y sacuda a la opinión pública. No le hace mal a nadie. Y quizá algún día observe algo increíble.
Créditos imágenes: glaucoart Observatorio de Anomalías en Argentina