Nacimiento, vida y muerte del Che Guevara

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Nacimiento, vida, muerte. Algún día escribiré sobre la figura del Che Guevara. Más allá de lo que hizo y dejó de legado, es bueno reflexionar sobre su final. 

Aquello de sobrevivir a un asma agudo, a los infiernos de la jungla y de la guerrilla, las cientos de balas que rozaron a centímetros de su cuerpo, y terminar fusilado – una vez que la victoria ya estaba echada y habían conquistado Cuba - por un oscuro peón sin nombre. 

Aquel niño nada sabia de cómo se dibujaría su destino. Era pura inocencia comprimida en aquella mirada. La maldad estaba lejos. 
 
Un organismo biológico parido por otro organismo que toleró en el transcurso del embarazo dolor, nauseas, piernas hinchadas, falta de oxígeno, dolor en la espalda, hemorroides, y ese largo etcétera que ha "escrito" de manera impiadosa la evolución – o lo que llamo “el sufrimiento extra del cuerpo físico” que cargamos en nuestra simulación de diseño. 

Y miren aquel hombre ya en su gloria, la mirada fuerte e imponente, la energía escurridiza oculta en aquellos ojos que parecían representar algo más detrás.


Y luego, el mismo hombre, el organismo biológico que alguna vez fue inocente y muy niño, sin vida, yermo sobre una camilla, los ojos vacios y sin esa fuerza que alguna vez se inició con el nacimiento. La voluntad solo representada en las moleculas que habrán de descomponerse para formar nuevas cosas en el planeta.

¿Es necesario, tras ver esto, explicar por qué es desagradable arrebatar una vida humana y qué fútiles pueden ser los intentos de la violencia para conquistar un ideal?. ¿Acaso no es mejor conquistarlo desde el corazón que desde las balas?. 

Aquel niño podría haberlo logrado; el hombre ya no. 

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