El crimen de Hipatia por los primitivos cristianos

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Gracias a la recomendación de Gastón, el fin de semana veía Agora, la película que retrata la vida y época de Hipatia, la filósofa griega que sucumbió a manos de los enfebrecidos cristianos por, entre otras cosas, ser mujer y pensar más que ellos.

Excelente película, debo decir, pues no sólo recrea de manera documentada la época sino el pensamiento primitivo de las personas que vivieron por aquellos días.

Por ejemplo los cristianos, llamados parabolanos, (en referencia a que creían en Jesús, un personaje que aplicaba parábolas para explicar grandes misterios) y cómo empezaban a consolidarse y atacar a todo aquel que no creía en “su” Dios, usando, en lugar de parábolas, las piedras, e incluso lo sables (el famoso bíblico “a hierro mata a hierro muere” parece que no era recordado cuando masacraban a los demás “paganos”).

Hipatia murió linchada por una turba fanática de cristianos. Ella era atea, y como tal, buscaba desentrañar los misterios de la naturaleza y el universo sin necesidad de recurrir a un Dios. No buscaba desafiar a nadie, sino encontrar la verdad. Aunque fuera minúscula esa verdad, la animaba comprender mejor el mundo donde vivía.

Los cristianos luchaban contra los paganos, y a ella la acusaban de ser bruja. O te convertías a la fe cristiana o te morías. Es entendible: una secta primitiva que fue atacaba, vejada y masacrada, perseguida por todos, apenas obtuvo algo de poder hizo exactamente lo mismo que padeció.

Un síntoma psicológicamente conocido, y que se ha visto representado en infinidad de personajes (asesinos seriales, dictadores resentidos) que en la infancia son maltratados y ejercen en la madurez el mismo maltrato que sufrieron.

Claro, es entendible, pero no es justificable. Enseña que no aprendieron nada de la vida y menos del mensaje de su Cristo.

Y mucho más cuando aquellas personas se creen justificadas por un Ser Invisible que lo es todo menos poderoso y necesita de sus espadas para asesinar.

Este es el caso del Doctor de la Iglesia Cirilo, el autor intelectual de la muerte de la filósofa y que tenía la manía de transformar en mártires a los asesinos, de los muchos que había entre sus seguidores parabolanos. Además, fue quien proclamó a María como la Madre de Dios en el Concilio de Éfeso.

Sobre la vida de Hipatia podemos abrevar en el cronista Sócrates Escolástico que retrata su vida, sus enseñanzas y su cruel muerte a manos de los parabolanos, instigados por el Doctor de la Iglesia Cirilo (el término Doctor de la Iglesia fue acuñado por el papa León XIII en 1882).

Hipatia regresaba en su carruaje a su casa cuando fue interceptada por los cristianos. La golpearon y la arrastraron por toda la ciudad hasta llegar al templo Cesáreo. En la película en realidad se censura bastante su muerte, a manos de un ex esclavo de ella que la asfixia antes de padecer la lapidación y tortura.

En realidad tuvo mayor o igual sufrimiento que Cristo. Pues fue humillada públicamente, la desnudaron y le arrojaron piedras como bestias hasta dejarla descuartizada, despellejada, en carne viva.

No conformes con esto, pasearon sus restos orgullosos de su triunfo por toda la ciudad hasta llegar al Cinareo, el crematorio. Allí la prendieron fuego. Al escribir esto, cosa que no me sucede a menudo, lágrimas amagan caer de mis ojos.

Tiempo más tarde sería el propio Voltaire quien usaría el episodio terrible de Hipatia para declarar su aversión completa por la Iglesia. Yo me suscribo a lo mismo, y le añado: los Cátaros, la Inquisición, todas las mujeres que culparon de brujas nada más que porque limpiaban sus viviendas con escobas para eliminar la mugre medieval, y eran naturalistas, a Galileo y su censura, y los cientos de actos de pedofilia que se escriben todos los días en los medios de comunicación llevados a cabo por estos Señores de la Iglesia, una institución ya pasada de moda pero que persiste por el miedo a la muerte y las ansias de un Dios protector, algo que nadie quiere reconocer para si mismo.

Hay tradiciones que deberían mantenerse, pero esta, como hemos visto, saca lo peor de las personas que se creen en posesión de la única y auténtica verdad.

Lo más triste es que no imagino otra institución que se mantenga en la historia a base de crímenes y horrores de toda clase, bajo la falsa promesa de un Reino del Cielo, y que nadie se oponga a ella: incluso, los que se oponen, se los tacha de revolucionarios, fanáticos, creyentes en un “No Dios”, ateos recalcitrantes, etcetera.

Por eso me pregunto ¿Hasta cuanto durará esta Institución?. ¿O cuántos crímenes más habremos de tolerarles?. 
 
Si vas a la Iglesia un domingo, dejas tu semilla para preservar una Institución fomentada en la sangre, forjada en la mentira, y mantenida por la ignorancia humana.

Deja de ir y acabemos con esta farsa de una vez por todas. Que las Iglesias estén vacías, crien moho y telarañas, que unicamente los degenerados las pueblen. Hagamos esto, algún día,  en memoria de esta filósofa extraodinaria y de todas las que murieron por los Señores de la Iglesia.



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