La leyenda proviene del medioevo. De las Chronicon Anglicanum de Ralph de Coggeshall y de William de Newburgh, un monje recluido que recogió la historia en su Historia rerum Anglicarum.
Durante el reinado de Esteban de Blois, precisamente en el pueblito de Woolpit, en Suffolk, un día aparecieron dos niños que salieron de los pozos usados para cazar lobos.
Eran hermano y hermana, vestían ropas extrañas, anacrónicas, y sus pieles eran de un intenso color verde. Como perdidos, vagaron por las inmediaciones hasta que fueron descubiertos. Pero hablaban una lengua extraña. Enseguida los llevaron a un terrateniente famoso de la zona, Sir Richard de Calne. Pero nada.
Rechazaron la comida, aunque se los veía famélicos. Lo único que vieron que devoraban eran unos guisantes crudos. Dicen que el niño murió al cabo de un año, y la niña se hizo lugareña, alcanzando una edad madura, y su piel tornándose rosada como el resto de los mortales.
Dicen que se dio al libertinaje. Que era lasciva. Y que cuando le preguntaron sobre sus orígenes refirió que habían venido de Tierra de San Martín, donde el sol no existe, y hay un eterno crepúsculo. Pero la niña no pudo indicar con precisión donde se ocultaba aquello.
Hoy día se destaca, como vemos en la imagen, aquella leyenda con el letrero en las puertas de Woolpit.
LA VERDAD DE LA HISTORIA
A priori me surge la idea de que la piel color verde podría deberse a algún tipo de enfermedad degenerativa de la epidermis: la clorosis o “enfermedad verde”. Pero no nos vayamos tan lejos.
En realidad, de las dos fuentes históricas, ni el propio William de Newburgh la creyó por completo.
Pero se limitó a escribirla, ya que posiblemente eran tantos los peregrinos que se alojaban en su monasterio y que se la contaban, que terminó por considerarla probable. Pensemos que estamos en el medioevo, donde confundían absolutamente todo con magia y hechicería.
Por otro lado, es curioso – cuando no indicador – de que la historia no figure en la Anglo-Saxon Chronicle – la crónica sobre la historia de Inglaterra hasta la muerte del rey Esteban – pero si ésta contenga otros tipos de episodios asombrosos de la época.
Una de las más aceptadas explicaciones fue la propuesta por Paul Harris en 1998. Los niños podrían ser flamencos, dedicados a los oficios textiles y , desde luego, en contacto con tinturas de toda clase.
¿Es posible que una travesura de los niños haya hecho que se derramaran un tinte verdoso en sus cuerpos y, asustados, hubieran huido de sus padres para evitar la reprimenda que, por aquellos días, no era nada agradable?
Casualmente existió una aldea flamenca llamada Fornham Saint Martin.
CONCLUSION
Pueden haber muchas explicaciones a esta historia sin caer en la tradición sobrenatural.
Lo más probable es que sea un mito inventado. Tiene frecuentes componentes que se encuentran en otros mitos: la cueva, mundos oscuros, las lenguas extrañas, el color verde. Nos recuerdan enseguida las leyendas de duendes.
Pero el influjo de esta leyenda fue tan poderoso que a través de los años se propagó a España. Según recoge Jacques Bergier, en Banjos, en 1887, unos campesinos vieron aparecer a dos niños de verde de una cueva.
Y lo mismo: hablaban un idioma extraño y fueron entregados a Ricardo de Calno, cuyo nombre es demasiado parecido al terrateniente ingles Richard de Calne de la historia de Woolpit.
Indudablemente aquella historia española es importada de la inglesa. Y la inglesa, o proviene de un mito anterior o de una simple travesura de pequeños que se extralimitó para las mentes calenturientas del medioevo.
Durante el reinado de Esteban de Blois, precisamente en el pueblito de Woolpit, en Suffolk, un día aparecieron dos niños que salieron de los pozos usados para cazar lobos.
Eran hermano y hermana, vestían ropas extrañas, anacrónicas, y sus pieles eran de un intenso color verde. Como perdidos, vagaron por las inmediaciones hasta que fueron descubiertos. Pero hablaban una lengua extraña. Enseguida los llevaron a un terrateniente famoso de la zona, Sir Richard de Calne. Pero nada.
Rechazaron la comida, aunque se los veía famélicos. Lo único que vieron que devoraban eran unos guisantes crudos. Dicen que el niño murió al cabo de un año, y la niña se hizo lugareña, alcanzando una edad madura, y su piel tornándose rosada como el resto de los mortales.
Dicen que se dio al libertinaje. Que era lasciva. Y que cuando le preguntaron sobre sus orígenes refirió que habían venido de Tierra de San Martín, donde el sol no existe, y hay un eterno crepúsculo. Pero la niña no pudo indicar con precisión donde se ocultaba aquello.
Hoy día se destaca, como vemos en la imagen, aquella leyenda con el letrero en las puertas de Woolpit.
LA VERDAD DE LA HISTORIA
A priori me surge la idea de que la piel color verde podría deberse a algún tipo de enfermedad degenerativa de la epidermis: la clorosis o “enfermedad verde”. Pero no nos vayamos tan lejos.
En realidad, de las dos fuentes históricas, ni el propio William de Newburgh la creyó por completo.
Pero se limitó a escribirla, ya que posiblemente eran tantos los peregrinos que se alojaban en su monasterio y que se la contaban, que terminó por considerarla probable. Pensemos que estamos en el medioevo, donde confundían absolutamente todo con magia y hechicería.
Por otro lado, es curioso – cuando no indicador – de que la historia no figure en la Anglo-Saxon Chronicle – la crónica sobre la historia de Inglaterra hasta la muerte del rey Esteban – pero si ésta contenga otros tipos de episodios asombrosos de la época.
Una de las más aceptadas explicaciones fue la propuesta por Paul Harris en 1998. Los niños podrían ser flamencos, dedicados a los oficios textiles y , desde luego, en contacto con tinturas de toda clase.
¿Es posible que una travesura de los niños haya hecho que se derramaran un tinte verdoso en sus cuerpos y, asustados, hubieran huido de sus padres para evitar la reprimenda que, por aquellos días, no era nada agradable?
Casualmente existió una aldea flamenca llamada Fornham Saint Martin.
CONCLUSION
Pueden haber muchas explicaciones a esta historia sin caer en la tradición sobrenatural.
Lo más probable es que sea un mito inventado. Tiene frecuentes componentes que se encuentran en otros mitos: la cueva, mundos oscuros, las lenguas extrañas, el color verde. Nos recuerdan enseguida las leyendas de duendes.
Pero el influjo de esta leyenda fue tan poderoso que a través de los años se propagó a España. Según recoge Jacques Bergier, en Banjos, en 1887, unos campesinos vieron aparecer a dos niños de verde de una cueva.
Y lo mismo: hablaban un idioma extraño y fueron entregados a Ricardo de Calno, cuyo nombre es demasiado parecido al terrateniente ingles Richard de Calne de la historia de Woolpit.
Indudablemente aquella historia española es importada de la inglesa. Y la inglesa, o proviene de un mito anterior o de una simple travesura de pequeños que se extralimitó para las mentes calenturientas del medioevo.