El bautismo de los hipocritas

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La frase la lanzó el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio.

Para él, los sacerdotes que no bautizan a madres solteras, por considerarlas no ungidas en matrimonio, son unos hipocritas.

Dice:

"Estos son los hipócritas de hoy. Los que clericalizaron a la Iglesia. Los que apartan al pueblo de Dios de la salvación"

Continua:

"Con dolor lo digo, y si parece una denuncia o una ofensa, perdónenme, pero en nuestra región eclesiástica hay presbíteros que no bautizan a los chicos de las madres solteras porque no fueron concebidos en la santidad del matrimonio"

Y remata:

"Y esa pobre chica que, pudiendo haber mandado a su hijo al remitente, tuvo la valentía de traerlo al mundo, va peregrinando de parroquia en parroquia para que se lo bauticen"


Por una vez, está bien lo que dice el arzobispo que casi amaga referir que es un pudiente negocio la Institución de la cual ostenta sus ropas sacerdotales.

Sin embargo, como sabrán todos los cristianos, la idea misma del bautismo, más allá de la tradición, proviene de Juan el Bautista (y del Antiguo Testamento): aquel hombre que comía insectos, vestía con ropas de cuero de animal, no se aseaba nunca, y parecía más un salvaje salido de una jungla que un enviado de Dios.

Pero instauró el bautismo y Jesús lo adoptó para si como sello de su gloria. Hoy día se lo usa para conmemorar la resurrección de Cristo y, con ello, recordar que tuvimos la redención al Pecado Original y que, por si el niño trae pecados al nacer, conviene bautizarlo. Es una forma de exorcismo.

¿El Pecado Original?.  Ya saben: el de Eva y Adán y la serpiente parlanchina.

Porque desde aquel momento, para los creyentes, estuvimos sucios. Jesús trajo la Salvación, se masacró por la humanidad, y con su sangre limpió, a modo de detergente, toda la suciedad de nuestras almas pecaminosas.

Ahora bien, sabiendo un poco esta historia, ¿todavía tienen ganas de seguir deambulando las madres solteras buscando un clérigo que bautice sus hijos?. Sí. Indudablemente la tradición puede más que el conocimiento de cómo se originó el bautismo, las fuentes reales, y de los salvajes primitivos que fundaron esa tradicción.

Así que no habrá más remedio que atender lo que dice Jorge Bergoglio: dejar de ser hipócritas.

Pero, si se me permite, me agradaría referir que en la palabra también está inmerso el entendimiento de que seguimos una tradición obtusa sin atender al hecho de que cada vez que mojamos la delicada cabeza de nuestros hijos en realidad aceptamos la mentira de la redención y el sacrificio humano como forma de pago.

Algo del todo ingrato, pero que no se puede hacer nada para evitar.

Sacrificio humano como forma de pago. ¡Qué desagradable suena!
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