Proyecto inmortalidad: el día que ya no temamos a la muerte

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Envejecer es difícil. No tanto por la decrepitud sino porque es un estado de nuestro organismo biológico que nos advierte que nos queda poco tiempo sobre este planeta.

Y si morir es desaparecer en la Nada ,¿quien no querría extender un poco más su existencia?.

Existen diferentes propuestas imaginadas para conseguir la longevidad. Me parece interesante que coloque aquí un resumen de cuanto investigué al respecto.


FORMAS DE PROLONGAR LA EXISTENCIA


Desde siempre, el ser humano quiso vivir más. Odiamos morir. Y eso lo dejamos bien claro en cada acto que llevamos a cabo intentando trascender. Tomamos fotos para la posteridad. Creamos esculturas para que se nos recuerde. Pintamos. Escribimos.

Ya el emperador Qin Shi Huang quiso descubrir la panacea para la inmortalidad y viajó por media China oriental. Quería encontrar las islas de los inmortales. Pero no tuvo éxito y falleció.

Cagliostro fue otro .

Aquel noble conde, nacido en 1743, solía regenerar su cuerpo a imagen y semejanza de las mariposas: se desnudaba y se cubría con una manta a guisa de capullo, permaneciendo inmóvil durante un entero mes mientras ingería un alimento en caldos.

En De Tinctura Physicorum, atribuido al delirante Paracelso (1570) se habla de un elixir exótico con el cual solían regenerarse los curanderos del antiguo Egipto, llegando a vivir 150 años.

En Toledo (1434) hubo un nigromante llamado Don Enrique Villena que cuando estaba por morir pidió a su esclavo que lo descuartizara y, acto seguido, introdujera sus "pedacitos" en una cubeta con una inusual pócima para así poder regenerarse. Desde luego, no sucedió nada.

Y así ha corrido el mundo. Buscando una medicina que cure todas las enfermedades, en especial, la decrepitud. Alquimistas. Filósofos. Saint Germain. Fulcanelli. Todos buscando el Oro Potable. Todos pensando que se podría vivir por siempre.

El químico Van Helmont lo intentó y fracasó tratando de elaborar de la orina el famoso disolvente universal de los alquimistas, el Alkaest.

Pero todas estas son fabulosas historias repletas de fantasía. No hay evidencias que las respalden. Salvo que los deseos constituyan pruebas.

Veamos ahora un poco las ideas de la ciencia al respecto.





EL CAMINO LARGO A LA INMORTALIDAD

La ciencia ya lo ha dicho. En un futuro nuestro mayor órgano de los sentidos, nuestro cerebro, será digital.

Al respecto, el Proyecto Rusia 2045 nos ofrece una perspectiva en verdad fascinante.

Poco a poco, todos iremos convirtiéndonos en robots. Reemplazando nuestra delicada anatomía por la más duradera del silicio y el metal.

Su exponente, Dmitry Itskov, da aquel año como propicio para lograrlo. Podremos trasladar, al morir, nuestras memorias a un Avatar nuestro donde podremos volver a vivir.

Dice que para 2035 los androides serán tan avanzados que podrán responder con nuestra personalidad.

Pero el objetivo final es que en 2045 la humanidad logre crear avatares holográficos capaces de llevar nuestro legado como especie más allá de las estrellas.

Entonces sí, siendo inmortales – o muy muy longevos – podremos atravesar distancias inconmensurables en el espacio.




CONCLUSION SOBRE LA VIDA ETERNA

Pongamos en claro algo: no viviremos jamás eternamente. Esta es una ilusión. Porque todo tiende a agotarse. Incluso el universo. Pero quien nos dice que no podamos hacer como en el cuento de Isaac Asimov, la Última pregunta, y crear nosotros mismos a Dios.

La clonación humana biológica fue hasta años atrás la gran chance de los que se resisten a la muerte natural. Pero ahora sabemos que un clon nuestro no somos nosotros.

Porque lo que somos nosotros se ha definido por las experiencias, los recuerdos, la vida sobre una época en particular. Todo lo cual el clon carece. Sólo – y que no es poco – tiene nuestro ADN.

¿Y qué cosa es la muerte que el terror a perder nuestra identidad, eso que nos define a través de nuestras experiencias en la vida?.

No tengo dudas de que el ser humano finalmente coronará la longevidad. Podremos vivir miles de años. Y es de suponer que viviendo tanto tiempo podremos encontrar la manera de que nuestra psiquis lo resista. Quizá cambiando de entornos virtuales. Quizá creando nuestras propias y singulares realidades.

Tal vez, en el futuro, la reencarnación sea factible. Pero de androide en androide, o mejor dicho: de organismo digital a organismo digital.

Sólo precisamos algo fundamental: una Inteligencia Artificial “virgen”, donde podamos volcar todo el contenido de nuestro cerebro.

¡Este es el momento en que siento orgullo por haber estudiado electrónica en mi juventud.!






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