Los cantos de Maldoror, reflexiones sobre Dios de Isidore Ducasse

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Terminé de leer Los Cantos de Maldoror, un libro surrealista, filosófico, indescifrable muchas veces, escrito por el fallecido Isidore Ducasse, mejor conocido como Conde de Lautréamont.

Nacido en Uruguay, este poeta francés llevó su pluma a verdaderos niveles de poesía surrealista, rayando en aspectos de la filosofía que a mi me fascinan, a saber : Dios.

Lautréamont fue un estético del mal. Y en su libro demuestra el odio exagerado a la especie humana y al Creador.

Pese a que parece un libro nihilista, Lautréamont podría ser considerado un auténtico buscador de Dios y de una moralista inquebrantable. Lo que hace, es lo que otros que lo antecedieron hicieron: expresar un mal totalmente intolerable de modo que el hombre aprecie el bien y escoja este camino.

Lautréamont dice al respecto de su libro:

Canté el mal como han hecho Mickiewicz, Byron, Milton, Southey, A de Nuset, Baudelaire, etcétera. Naturalmente exageré el diapasón para crear algo nuevo en el sentido de esa literatura sublime que canta la desesperación sólo para atormentar al lector y hacerle desear el bien como remedio”.


En efecto, así como Baudelaireque buscó en lo repugnante lo bello – Lautréamont revela los meandros de la perversión, el crimen, de una manera obscena, grotesca, y detallada.

No es otra cosa que el retrato de un hombre, Maldoror, luchando contra el Creador y el hombre al que aborrece.

El título original del libro no era “Los Cantos de Maldoror”, sino “Lautréamont y Dios” (escogido por León Pierre- Quint). Y quizá sea más justo. Porque de eso se trata.

El libro fue prohibido en un primer momento, debido a su contenido. Pero con el tiempo fue editado. La versión que leí data de 1967. A casi 100 años de la muerte de su autor.

Debo reconocer que es un libro profundo, no es para cualquier persona que busca pasar el tiempo entreteniéndose con lecturas ágiles. Necesita de un lector receptivo a dicha lectura.

Y es que el sentido de la existencia, planteado por Lautréamont, habla de que vivir no es otra cosa que la destrucción paulatina de la inocencia.

El mal acaba con la vida, al destruir la fuente de la inocencia, esto es, el amor.

Dejo algunas frases que me agradaron e hicieron reflexionar.


“La órbita aterrorizada por la que gira el globo humano en delirio habitado por espíritus crueles que se matan entre sí”.


“Sepulturero es hermoso contemplar las ruinas de las ciudades, pero es más hermoso contemplar las ruinas de los humanos”.


“Pues como el Cielo ha sido hecho por Dios, lo mismo que la tierra, ten por seguro que encontrarás los mismos males que acá abajo. Después de la muerte no obtendrás una recompensa de acuerdo con tus méritos, pues si comenten injusticias contigo en este mundo (como comprobarás por tu experiencia más tarde) no hay razón para que en la otra vida ya no las cometan más”


“El Eterno ha creado el mundo tal cual es; demostrará gran cordura si durante el tiempo estrictamente necesario para romper de un martillazo la cabeza de una mujer, olvida su majestad sideral a fin de revelarnos los misterios en medio de los cuales nuestra existencia se asfixia, como un pez en el fondo de una barca. Pero él es grande y noble; nos aventaja por la potencia de sus concepciones; si él conferenciara con los hombres, todas las vergüenzas le salpicarían el rostro. Pero….¡ Miserable de ti! ¿Por qué no enrojeces? No basta con que el ejercito de los dolores físicos y morales que nos rodea haya sido engendrado: el secreto de nuestro destino andrajoso no nos ha sido transmitido”.


Esta última frase es significativa. Dice así:

“Sin embargo, tengo pruebas de que no titubea (Dios) en extinguir, en la flor de la edad, el soplo vital de otros seres humanos, cuando casi no han saboreado los goces de la vida”.


Su vida fue su mayor evidencia: murió a los 24 años.

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