La muerte : ¿un amanecer o atardecer?

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¿Por qué las visiones de los seres en el umbral de la muerte se ajustan a las creencias religiosas de las personas?. 


Es decir, si crees en Mahoma no verás a Jesús, y viceversa. Esto mismo lo señala la especialista en Tanatos, Elisabeth Kübler-Ross, en su libro La muerte, un amanecer, cuando dice: 

“Yo nunca he tenido la experiencia de que un niño protestante, en el momento de su muerte, haya visto a María, mientras que ella es percibida por numerosos niños católicos”. 

Como he señalado en otros artículos, estas experiencias se ciñen a los que se conoce como experiencia perinatales. He ahí la explicación.

Cuando nacemos también pasamos por un tunel oscuro y nos recibe una intensa luz y, flotando en manos del médico, “ a medida que os aproximáis a esta luz, os sentís llenos del amor más grande” (Kübler-Ross, ibídem) , pues claro, está nuestra madre esperándonos para besarnos. 

Kübler-Ross dice que en realidad lo que sucede es al revés: 

“Se pasa por una fase de transición totalmente marcada por factores culturales terrestres. Puede tratarse de un pasaje de un túnel o de un pórtico o de la travesía de un puente.” 

Pero en un punto, cuando al final del túnel, en medio de la intensa luz, el ser querido no es claramente identificable por el “fallecido”, las cosas se complican.
Por ejemplo, está el caso de aquella niña que, según relata Kübler-Ross, vio a un niño que la esperaba y que era su hermano. Pero hete aquí que la niña no tenía hermanos. 

Entonces su padre, cuando ella recobra la conciencia y le relata su experiencia, le cuenta que tres meses antes de nacer ella murió su hermano. 

Por otro lado, Kübler-Ross refuta la afirmación de que es el deseo de la persona la que condiciona que vea a un ser querido en el “otro lado”. Pues cuando les pregunta a sus niños moribundos a quienes les agradaría tener cerca suyo , el 99% escoge a sus padres. 

Y sin embargo, ninguno de los niños que pasaron por las experiencias cercanas a la muerte, que escogieron previamente a sus padres, relató que alguno de ellos estuvieran del otro lado, (siempre y cuando éstos no hubieran en verdad muerto). 

Si fuera una expresión deseo, ¿por qué no los vieron en el umbral de la muerte a sus padres?. 

 En palabras de Kübler-Ross: 

“Mucha gente podría decir otra vez:
Se trata de una proyección del pensamiento engendrada por un deseo. Como los que mueren están solos, se sienten abandonados y tienen miedo, es por eso que imaginan a alguien a quien amar.
Si está afirmación fuera cierta, el 99% de mis niños de cinco , seis y siete años deberían ver a su padre o a su madre. Hemos consignado los casos a lo largo de los años, y ninguno de ellos ha dicho, en el caso de su muerte aparente, que había visto a su padre o a su madre, puesto que éstos vivían aún”.

LA EXPERIENCIA DE KUBLER ROSS CON UN FANTASMA 



Dice la doctora que estando a punto de tomarse un ascensor se cruzó con una paciente que había fallecido meses atrás. Era casi transparente, pero sin llegar a serlo. Y la acompañó hasta su despacho donde le dijo estas palabras: 

“Doctora Ross, ¿Me escucha?. Su trabajo no ha terminado todavía. Nosotros la ayudaremos, sabrá cuándo podrá dejarlo, pero se lo ruego, no lo interrumpa ahora. ¿Me lo promete? Su trabajo no ha hecho más que comenzar”. 

Por supuesto, Kübler-Ross, conocedora de pacientes esquizofrénicos y con todo tipo de desvaríos psíquicos, pensaba seriamente si estaría en sus cabales o le faltarían vacaciones. Entonces puso a prueba al fantasma. Le dio una hoja y un lápiz para que escribiera algunas frases ya que “una persona enterrada no puede escribir una carta”. 

Pero según describe Kübler-Ross, aquella aparición le leía el pensamiento y sonrió y tomó el papel y escribió varias líneas. 

Y luego dijo: “¿Está usted contenta?” Y desapareció. 

Desde luego que no aclara bien cómo fue está desaparición. Pero ella, Kübler-Ross, conserva aquel papel que ha enmarcado como una reliquia. 

¿Y dónde está ese papel? 

Nunca lo vi en sus publicaciones, y supongo como evidencia para un escéptico no podría representar gran cosa. Cualquiera puede escribir en un papel. Seguro por eso ni se molesto en publicarlo.


CONCLUSION (PROVISORIA) 


Cuando pienso en esta experiencia, en una persona como la doctora Kübler-Ross, con años de trato con moribundos y cuyo libro, muy serio, Los moribundos y la muerte, nos enseña las fases cuando una persona se entera que va a morir, tratado de manera muy seria el asunto, cuando pienso en su título de médica y psiquiatra, en sus doctorados, en sus trabajos con bebés sidosos, cuando pienso en la sinceridad que derraman sus hojas, en los 20 mil casos de personas que estudió que fueron declaradas clínicamente muertas, uno no puede hacer otra cosa que ser humilde y comprender que quizá, y sólo quizá, algo se nos podría estar pasando por alto. 
 
No se puede ser simplista y decir que miente, exagera, o se confunde. Hay que analizar mucho más detenidamente el asunto aunque nos cueste, como es mi caso, aceptar su tesitura.

La razón de la resistencia a aceptar es la carencia de pruebas: son testimonios. Y todos sabemos que se pueden confundir.




Kübler-Ross repite cada tantos párrafos que la muerte no existe. Dice que no debemos temer a la muerte porque en realidad hay otro ser dentro nuestro que se desprende al morir.  

Dice que las evidencias son sencillas de encontrar. Por ejemplo: 

“Hemos realizado un proyecto de investigación imponiéndonos como condición el no tomar en cuenta más que a los ciegos que no habían tenido ni siquiera percepción luminosa desde diez años antes, por lo menos. Y estos ciegos, que tuvieron una experiencia extracorporal y volvieron, pueden decirnos con detalle los colores y las joyas que llevaban los que los rodeaban en aquel momento”. 


No cuestiono la veracidad de las historias, sino su interpretación. La inclinación hacia el lado metafísico cuando podrían tener explicaciones naturales. Quizá esto se deba a que, como dice la propia doctora Kübler-Ross, “yo soy por naturaleza una persona semicreyente, algo escéptica”.

¿Y quien nos dice que aquel acercamiento con los moribundos no haya producido en Kübler-Ross un impacto tan grande al ver morir niños que desarrolló aquella clase de consuelo sobre la vida post mortem?
 
Hay que continuar investigando. Criticando ideas, confrontando pensamientos, y analizando en el campo de acción estos casos.




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