Me agrada leer las biografías de las personas geniales (o cuando menos, consideradas así por la mayoría) no tanto por conocer las facetas de sus personalidades - intentar ver qué las diferencia con uno y cómo funcionan sus mentalidades - sino más bien cómo es que enfrentan el último momento de sus vidas, esto es, la propia muerte.
He leído muchos filósofos que se amparan de sus trabajos de toda una vida para sosegar sus incertidumbres en la hora final. Y es entendible. Y esperable, en esa clase de personas. Pero ¿y qué hay de los artistas o genios informáticos?
Por eso, especialmente, me interesó conocer la vida de Steve Jobs, dada su intensidad como artista en conflicto con la enfermedad que lo debilitaba día a día..
Quizá el título de este post no me beneficie. Porque si algo no narraré será su biografía, la cual puedes encontrar igual que yo en diferentes sitios de la web. E incluso en el muy recomendable libro del cual estoy haciendo referencia Steve Jobs: La biografía de Isaacson, Walter.
LA HORA FINAL
Cuando se aproximaba la muerte, rodeándolo en todo lo que hacía, en cada calambre de su cuerpo, Steve Jobs se enfrentó con la misma resistencia que cualquier otro ser humano habría puesto en su lugar.
Sin embargo, estaba convencido de que una dieta vegana iba a ayudarle a mejorar. Tan así, que rechazó los consejos médicos y siguió enfrascado en lo que creía iba a resolver su dilema. Pero la muerte se acercaba, y ni todo el conocimiento del mundo en tecnologías, ni toda la sabiduría albergada y el dinero acumuladopodían hacerle frente y detenerla.
En la extensa biografía de Isaacson, recién al final leemos lo que Jobs considera sobre la muerte. Me permito extraer ese capítulo para que sea el propio autor y Jobs quienes dejen por escrito sus pensamientos.
LA MUERTE SEGUN STEVE JOBS
Una tarde soleada en que no se encontraba demasiado bien, Jobs estaba sentado en el jardín trasero de su casa y reflexionó sobre la muerte. Habló acerca de sus experiencias en la India de casi cuatro décadas atrás, su estudio del budismo y sus opiniones sobre la reencarnación y la trascendencia espiritual.
“Creo en Dios aproximadamente al cincuenta por ciento –afirmó – Durante la mayor parte de mi vida he sentido que debía de haber algo más en nuestra existencia de lo que se aprecia a simple vista”.
Reconoció que, a medida que se enfrentaba a la muerte, podía estar exagerando aquella posibilidad motivado por un deseo de creer en una vida más allá de esta.
“Me gusta pensar que hay algo que sobrevive después de morir – comentó – Resulta extraño pensar que puedas acumular toda esta experiencia y tal vez algo de sabiduría, y que simplemente desaparezca, así que quiero creer que hay algo que sobrevive, que a lo mejor tu conciencia resiste”.
Se quedó callado un buen rato.
“Pero , por otra parte, a lo mejor es como un botón de encendido y apagado – añadió – ¡Click” y ya no estás”.
Entonces hizo de nuevo una pausa y sonrió levemente:
“ A lo mejor por eso nunca me gustó poner botones de encendido y apagado en los aparatos de Apple”.
CONCLUSION
Es interesante lo que una persona – y no cualquiera, concluyamos - que está en inminencias de morir puede entrever sobre la misma: absolutamente nada. Ambigüedad. Deseos. Anhelos.
Carl Sagan - otro "duro" que luchó contra una mielodisplasia - escribió en su último libro Miles de Millones:
“Me gustaría creer que cuando muera seguiré viviendo, que alguna parte de mi seguirá pensando, sintiendo, y recordando”.
El mismo deseo de Jobs, el deseo de trascender algo de uno – no sus legados, no sus creaciones, no sus hijos, no sus libros, no sus descubrimientos, no su ciencia, no su arte – llámese “conciencia”, “recuerdos”: su Yo.
¿Y por qué no lograrlo? ¿Tal vez mediante la ciencia y la tecnología si sobrevivimos a la adolescencia tecnologica?.