La falsa transmutación del falso Saint Germain del programa Directisimo

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Abordar la tarea de escribir la biografía de este hombre es harto difícil. Están, eso sí, los remanidos libros de ocultismo que lo señalan como un inmortal: un alquimista que logró los secretos de la naturaleza y vive en incógnito en la sociedad hasta estos días. 

Hay fundaciones, libros de ficción que abordan su vida, e incluso, como veremos, personajes que se adjudican su identidad. Pero ¿qué hay de cierto en todo esto?. 

Creo sin lugar a equivocarme que de los libros que mejor abordan su vida y un poco su personalidad son los de Giacomo Casanova, el memorable libertino veneciano, que en sus memorias relata en numerosas ocasiones sus encuentros con este alquimista misterioso. Si le habrá llamado la atención que lo cita a menudo a lo largo de los años.

¿Y cuál fue la impresión de Casanova sobre este hombre llamado Saint Germain

Que se trataba de un brillante charlatán. 

Mediante una verborragia increíble, sabía ganarse la confianza de los monarcas que le habían dado habitaciones en sus palacios y cien mil francos para que trabajara en tintes secretos con los que iba a destacar a las fábricas de paños de todo el reino. 

El propio Luis XV invirtió una cuantiosa cantidad de dinero para financiar a este estafador. A su vez, encantaba a las damas con su fisonomía, y les regalaba su elixir: un agua que decía conservaba a la persona en el estado actual en que se encontraba. 

No era un elixir de la juventud, sino algo que mantenía al individuo longevo por siglos. Pero que quizá, con suerte, era un agua de rocío sin más. 

Luis XV y su marquesa cayeron en sus redes. Y la marquesa le aseguró al monarca que no envejecería jamás. El propio rey se jactaba de haber aprendido de este notable farsante secretos mágicos. 

Si consideramos que, en la época, 1700 y pico, la gente creía en la magia como algo real, no nos extraña que incluso los monarcas cayeran en estos engaños. A decir verdad, se sigue creyendo en la magia y muchos aprovechandose de esta creencia ocultando, con los engaños, la posibilidad de que una magia auténtica prevalezca. 
 
Ahora bien,  Casanova no se dejó embaucar jamás. 

Conocedor del corazón de los hombres y también artista del engaño, le fue difícil engatusarlo. Menciona el veneciano cuando conoció a Saint Germain

“Este hombre singular, nacido para ser el primero de los impostores, decía con un tono de seguridad incomprensible, que tenía trescientos años, que poseía la panacea, que hacía cuanto quería de la naturaleza, …(etc)” 

Y sin embargo, era evidente para la aguda observación de Casanova, que aquel hombre no era otra cosa que un charlatán.

Para más, nos aclara: 

“A pesar de sus fanfarronadas, sus mentiras evidentes y sus disparates desmedidos, no pude juzgarle insolente.” 

Y es que a Casanova le divertía verlo mentir descaradamente. Y viendo que la gente le rendía homenaje, víctimas de la charlatanería más desfachatada, Casanova aprovechaba para analizar la naturaleza humana donde siempre es necesario creer en algo. 

Por eso, decía: “Creo que no hay que quitar a los pobres mortales las ilusiones que les procuran alguna dicha”. 

Por eso no desengañó a su querida amiga y alquimista, la señora Urfé. Esta dama, sabia e inteligente, sin embargo había sucumbido a las tramoyas de Saint Germain y lo creía un mago poderoso. La señora Urfé le había enseñado a Casanova su laboratorio secreto, donde tenía sustancias reposando sobre un fuego desde hacía 15 años. Mediante un ingenioso sistema de carbón y eliminación de cenizas, mantenía la llama constante a la misma temperatura. 

Según se desprende de Casanova, la señora Urfé estaba en poder de la piedra de los filósofos, o al menos eso creía ella, ya que también creía que hablaba con duendes, y que Saint Germain no era otra cosa que un mago y alquimista supremo y Casanova un nigromante. 

Pero en lugar de mostrarle el absurdo de sus creencias y conocimientos, Casanova se contenta con seguirle la corriente, aprovechándose de esta manera de su amistad y que la señora Urfé lo creyera a él un nigromante. 

Con lógica, dice que si se hubiera puesto en contra de ella le hubiera tachado de envidioso de sus conocimientos y , en suma, nada positivo habría sacado. Mejor, como menciona él mismo, fue dejarla en la ilusión. A veces creo que esta sabiduria es la más positiva cuando empiezo a criticar ciertos fenómenos sobrenaturales y me viene la tropilla de creyentes a clavarme sus colmillos en la yugular.

Ahora bien, si nos atenemos al escepticismo de Casanova, podemos decir con él, que Saint Germain era un fraude. Pero hete aquí, que el propio Conde le enseña al veneciano un frasco con un líquido al que denomina el Espíritu del Mundo, que ni bien Casanova perfora el lacre que lo tapa, el líquido huye en un abrir y cerrar de ojos. 

Si era un fraude, se indagan los alquimistas expertos que conocen este Espiritu del Mundo ¿cómo es que tenía aquella anhelada materia en sus manos? Eso solo lo podría saber un alquimista avezado, uno que ha experimentado con el Spiritus Mundi, y sabe que la reacción del mismo, apenas se tiene, en contacto con el aire, es inmediata: se evapora. 

Eso abre la puerta a que realmente el hombre, envuelto en las vanidades y mezquindades del mundo, haya tejido una imagen extravagante de sí mismo, para parecer impostor cuando no lo era, de manera que nadie intentara quitarle el secreto, al calificarlo de charlatán. 

Pero esta teoría, atractiva para algunos alquimistas, en mi opinión no es válida. Era un impostor. Porque los secretos eran financiados por sus mecenas.

¿Y el truco del Spiritus Mundi? 
 
Muchos libros abordaron la explicación, entre ellos, el mas destacado el de A. Cockren.
 
Creo muy probable que aquel líquido no fuera otra cosa que amoníaco líquido (el nitrito de amonio del aire podria dar a entender la razón de por qué lo llamó Espiritu del Mundo) , obtenido con hielos de amoníaco y un frasco donde ingresa el gas de forma libre: al ponerlo en otro recipiente se evapora al instante. Algo así, fíjense:




EL FALSO SAINT GERMAIN Y LA FRAUDULENTA TRANSMUTACION 

Allá por los años 70, un misterioso personaje hizo presencia en el programa del periodista y conductor José María Iñigo (Directísimo). Afirmaba ser la reencarnación del Conde de Saint-Germain y tener en su poder el secreto para convertir los metales vulgares en oro. 

Y en efecto, ante millones de televidentes, desafió a químicos, ilusionistas y joyeros al convertir un pedazo de plomo en oro fino. 

 “Los químicos decían entre unos y otros ‘esto es imposible’ pero había sucedió, es más, dos joyeros, dijeron lo mismo, y se marcharon cabreados sin poder creerlo”. recuerda José María Iñigo

¿Pero realmente esto sucedió?.

Según el conductor Iñigo, no fue la primera vez en el estudio de televisión. En su casa, en Paris, Richard Chanfray - tal era el nombre del misterioso personaje - hizo gala de otro acto de transmutación e incluso de resucitación de un animal muerto inyectándole un elixir. 

Ahora bien, si ven el video al final, notarán que lo que hace es un simple truco de prestidigitación. No pone un trozo de plomo, sino un hilo delgado. No deja tocar el fondo de su crisol de hierro, porque dice tiene polvillo de transmutación: obviamente tiene escondido el filamento real de oro.



Por eso, corta de forma exacta, precisa, el filamento del metal vulgar: debe coincidir con el del oro que yace camuflado en el fondo del crisol. Esta es la razón de por qué, cuando lo cortan mal, él corrige hasta la saciedad para tener el tamaño apropiado (del oro que yace oculto) El corte es casi milimétrico. ¿No les parece sospechoso?. Sigamos.

“Es importante que este derecho el plomo”, le traduce el conductor del programa. Y debe estarlo, para que coincida con el oro que también está derecho y oculto en el crisol.

Y al final de tanto protocolo, transmuta. Pero uno de los escépticos invitados, Faustino Cuadrado, se da cuenta y dice que “el oro que acaba de salir no corresponde a la cantidad de plomo que se introdujo

Pero su voz es acallada por el conductor.

El fenómeno fue simple. Al darle calor, el plomo se funde y chamusca, perdiéndose entre el polvillo del crisol, y saliendo el oro, que siempre estuvo, sin fundir, en la forma de una lámina, porque el grado de calor para fundir el plomo es inferior al del metal noble. Ni el soplete usado ni el tiempo que le dedicaron, puede licuar al oro que alcanza su punto de fusión a más de 1000 °C. Pero sí el plomo que lo alcanza con ese soplete a 300 y pico de grados.

Por otro lado, me llamó poderosamente la atención como un hombre como Chanfray afirmaba, sin ruborizarse, que era un inmortal ante las cámaras de televisión en este documental que podrán ver en el video final.

 ¿De qué sería capaz el viejo Saint Germain de Casanova entonces sin cámara de por medio?.

El final de esta historia es trágico como toda historia de alquimia. Richard Chanfray se suicida al poco tiempo, víctima de depresión por su descenso económico y sus frustrados proyectos como artista.

En efecto, lo que ansiaba este hombre, que decía ser Saint Germain, no era otra cosa que la fama. Por eso se lo ve cantando en muchos videos con la famosa Dalida, con quien estaba comprometido.





Aún así, no logró cumplir su meta. Y prefirió irse del planeta a los reinos de la nada.

Ahora bien. ¿estaba en posesión del secreto de la alquimia para convertir metales innobles en oro y poder vivir ilimitadamente?.

Ante la vista de los hechos, el video de aquella época, etcétera, lo dudo muchísimo. Según los rumores, en sus horas finales, con la palidez en su rostro demacrado y deprimido, había confesado a un amigo que nunca hubo truco alguno, sino que se valió de un secreto que le había conferido un misterioso personaje.

Para Iñigo aquel personaje era, según le oyó muchas veces decir a Chanfray, el famoso alquimista Fulcanelli, tan en auge por aquellos días. ¿Y quien más, si después de todo él supuestamente era Saint Germain?. Otro alquimista más famoso no existe.


VIDEO QUE HICE DEL TEMA TRATADO: 

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