Los pactos fausticos

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Hace tiempo quise escribir una novela sobre un pacto con el diablo. Quizá porque nunca terminó de convencerme la obra de Johann Wolfgang von Goethe, Fausto.

Quería hacerla más real, de alguna manera sin abordar lo sobrenatural. Creo haberlo logrado y el resultado es la novela Ahriman.
 
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El tema me fascinó siempre, por alguna extraña razón. Y todavía creo que me agradaría escribir una novela mucho más lograda - que tengo en mente desde hace tiempo. Pues, si lo pensamos, todo gira en torno a los pactos, a los descensos a los infiernos y a las redenciones humanas.

Ahora bien, para escribirla, antes tuve que leerme todos los Faustos. Entre ellos, Crónica de un Iniciado de Abelardo Castillo, obra fundamental junto con Dr Faustus de Thomas Mann. También El Juego del Ángel de Carlos Zafón. Y otras más poco conocidas.

La de Castillo está bien lograda. La de Zafón es espectacular, casi diría, por la transparencia de su prosa, una obra excepcional. Ahora, la de Thomas Mann es un fiasco. Y me explico.

La novela Dr Faustus es indigerible. No lo digo yo sólo, he leído muchas críticas que apoyan esta tesitura. Todos dicen que “no es para cualquier lector” Y yo me pregunto si esta afirmación es un intento de separar los intelectuales de las letras de los que no lo son. Quizá.

Sin embargo pienso que una novela no tiene que tratarse de un reto intelectual de leerla o no leerla, sí quizá un ensayo o un tratado de ciencias, pero no una novela que, se supone, debe transportarnos y producir una escenificación tan auténtica que nos haga olvidar la realidad ordinaria.

Mann se aleja de la trama y aburre porque duerme al lector en lugar de cautivarlo con el necesario suspense. Nos obliga a ser lectores maquinales, no protagonistas.

No crea un mundo para que nos sumerjamos y olvidemos el nuestro, el real: al contrario, nos ahoga con tanta tediosidad innecesaria que queremos volver a nuestro mundo huyendo del infierno de sus letras.

Creo que Thomas Mann fue fruto de una época que lo entendió. He ahí su premio Nobel. Nuestra generación es más ágil, quiere ir al quid de la cuestión sin tantas vueltas. Somos la generación de Google y del Cine, y en un abrir y cerrar de ojos obtenemos las respuestas que buscamos.

Por eso la novela de Mann choca con muchos lectores: porque tarda en explicar lo interesante en media novela. Y al final, la originalidad se pierde. O lo que es peor: ya no nos interesa lo que tenga de original.
 
 
 

UN VIDEO QUE HICE QUE ABORDA LA TEMATICA 

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