Vampiros humanos entre nosotros

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La nota apareció hace exactamente días atrás en los medios de comunicación. No la repliqué, porque no es intención de este espacio replicar lo que ya otros medios aportaron. Mi intención es añadir más información relevando. Y antes de escribir nada sobre este caso, quise interiorizarme un poco sobre la historia de Polonia y los “revinientes” que se dice asolaron siglos atrás aquella región. 
 
Es curioso que se haya descubierto a una mujer vampiro como enseña la fotografía. Y en efecto, así se la bautizó: la vampira del siglo XVII, y fue hallado su esqueleto cerca de Bydgoszcz (reconozco parece texto al azar) en Polonia. 
 
El descubrimiento provino, como se sabe, de la Universidad Nicholas Copernicus de Torun. No sería noticia si no fuera por la hoz alrededor del cuello, y un candado en el dedo gordo del pie izquierdo, todo para evitar, dicen, que volviera a la mortalidad. 
 

 

 
Lo llamativo es que tendría la mujer un diente delantero sobresaliéndole, lo que le habría dado un rasgo facial fácilmente asimilable al vampirismo según la superstición reinante. Todo indicaría, por un gorro de seda en la cabeza que disponía la mujer, que pertenecía a un elevado status social. 
 
Respecto a la hoz, el profesor Dariusz Polinski, director de la investigación dijo: 
 
 “No se colocó de manera plana, sino que se colocó en el cuello de tal manera que si el difunto hubiera intentado levantarse, lo más probable es que la cabeza hubiera sido cortada o herida”. 
 
LOS REVINIENTES 
 
Edvard Munch vampire

 
 
El benedictino Augustin Calmet, publicó a mitad del siglo XVIII un libro conocido como el tratado de los vampiros, donde da habida cuenta de hechos extraños de muertos vueltos a la vida, con casos que asegura “no se puede dudar , en vista de la calidad de los testigos que los han certificado.” 
 
Así cuenta el relato del pueblo de heiduque (por Hungría), donde un hombre llamado Arnold Paul que estaba relacionado con un vampiro turco, muere, y ante la aparición de asesinatos con el estilo clásico del vampirismo, deciden exhumar su sepulcro y “el cuerpo estaba bermejo; los cabellos, las uñas y la barba se habían renovado; y las venas estaban todas llenas de sangre fluida”(sic) 
 

 
Este autor denomina Revinientes a los vampiros, Y dice que abundaban en Hungría, Moravia, Silesia y Polonia. En estas regiones los hombres muertos volvían a la vida, infestaban los pueblos, y masacraban hombres y animales. 
 
“De suerte que no se pueden librar de sus peligrosas visitas y de sus infestaciones, más que exhumándolos, empalándolos, cortándoles la cabeza, arrancándoles el corazón o quemándolos.” 
 
A estos revinientes, dice el autor, se los llama upiros o vampiros, que significa en eslavo sanguijuelas. Lo cierto es que estas historias, en una época donde la medicina no había hecho su entrada, y se enterraba a mucha gente en coma o que no estaba realmente muerta, fueron generando el caldo de cultivo para el folklore de vampiros que inundaron la región. 
 
Así que no es extraño encontrar un sepulcro en Polonia con una mujer en aquellas extrañas circunstancias: es el férreo reflejo de la superstición.

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