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Pudriendo oro con un agua alquímica

Durante mucho tiempo he visto en innumerables foros y grupos que los alquimistas se empeñan en pudrir el oro. La idea no es propia, se desprende, como siempre, de textos antiquísimos. 
 
A finales del siglo XVI un autor, conocido como El Cosmopolita, cuyo nombre verdadero muchos investigadores coinciden en identificar como Alexander Sethon (otros con el noble polaco llamado Michael Sendivogius) hablaba que el único agua que sirve para lograr la Gran Obra es aquella que es capaz de pudrir el oro “al modo de los gusanos”
 
Pero antes que El Cosmopolita, encontramos el testimonio de Nicolas Valois que pudría el metal del oro valiendose de un ácido que extraía de una materia blanca que nacía en el suelo, probablemente y con seguridad , nitrato de potasio o sodio, al cual le extraía su espiritu, es decir, su ácido y lo mezclaba con algo más para producir un cambio. Podemos ver que aquel hombre en realidad habló del oro vulgar, pero también de otro que podía ser util. Algo analizo en este video el asunto :click aqui
 
Ahora bien, de ahí en más, Oro Potable de por medio, se empeñaron en fabricar aguas, corrosivas y no corrosivas, para lograr este fenómeno. Pero como examinaremos en este artículo, quizá el asunto nunca se debió a las aguas, sino al propio oro. Y ya me explicaré.
 
Hoy día, una corriente moderna de alquimistas improvisados, que conocen poco de química y menos de alquimia, han salido de sus conatos de laboratorio para enseñar líquidos donde el oro en apariencia se pone negro en presencia de determinados líquidos. 
 

 
En realidad, como cualquier joyero hoy dia puede decirnos, el oro si se pone negro es que con seguridad no es oro. De hecho, la prueba empírica de que no es oro, consiste en usar bicarbonato de sodio y un ácido suave como el ácido cítrico, y con el mismo pasar un trapo asperjado en la solución sobre el lingote, si se pone negro no es oro, si destiñe tampoco es oro.
 
Sin embargo, esto no impide de numerosos alquimistas vayan por sus sales de tártaro en la noche, extraídas de los viejos toneles o bien del roble o la acacia – de sus cenizas – y expongan estas sales  (carbonato de potasio) a captar lo que llaman el espíritu universal que no es otra cosa que nitrito de amonio, según ya hoy día sabe la ciencia. 
 
Esto, por supuesto, si tienen suerte:si es primavera, noche despejada, y cae el rocío sobre el plato con las sales:
 
 
En el pasado, sin saber qué cosa era la sal que atraía por higroscopia en las noches de plenilunio sus sales de sarro (carbonato de potasio), los alquimistas le llamaron a ese líquido que caía con el rocío “ácido universal”, porque entendieron era un ácido. 
 
Esto encontramos en la Cadena Dorada de Homero, obra de cabecera de Goethe:
 
 Este ácido universal, al que no podemos llamar sino un Nitro incorpóreo sumamente sutil..., este Nitro espiritual o ácido universal, se vuelve gradualmente más y más material, hasta que encuentra un principio pasivo alcalino donde se fija.
 
¿Y qué forma un ácido y un álcali como recién vimos? No forma otra cosa que un disolvente para demostrar que en presencia de oro, si se pone negro, es que precisamente no es oro. 
 
Pero los modernos alquimistas gritan aleluya cuando ven a su pan de oro – oro comestible – volverse oscuro. Y más cuando la solución que se formó en la noche, un licor de un color caramelo o incluso negro, se tiñe de color verde, consecuencia de la aleación que tenía con el oro utilizado. 
 
Pensemos que las pepitas de oro con las que suelen elaborar los oros comestibles son de 22 kilates, y algunas de 24 kilates. Pero los oros comestibles de alta calidad no son económicos, y por tal motivo, los que compran y venden en todos los comercios tienen un porcentaje de algun metal que podría ser plata, cobre e incluso hierro. 
 
Esa coloración que destiñe la mezcla no es otra cosa que el metal reaccionando a la mezcla de álcali y acido. Pero los verdores le llaman Leones Verdes, Duenech Líquidos, y no son otra cosa que una composición natural que se deprende de un pan de oro que no es puro. El oro comestible se pone oscuro pero desprende un verdor o un color azul (presencia de cobre) en el licor utilizado como solvente.
 
Hace años atrás, compré un poco de ácido en una joyería para comprobar si lo que tenía era oro auténtico. Le eché unas gotas y se disolvió cual celofán, incluso transparentándose. Cuando le pregunté al joyero que me había vendido, me dijo que era una mezcla indistinta de ácidos utilizados para comprobar si una pieza es o no es oro auténtico. 
 

Sin embargo, he visto videos de alquimistas que se jactan de que alcanzaron la gloria al ver el mismo fenómeno en sus matraces con el pan de oro que sin duda debe ser como el que había adquirido, un pan de oro de altísima calidad, pero no tanto como para ser oro puro. 
 
Todo esto me lleva al punto de siempre: aconsejarles, porque ya perdí muchos años y dinero, en que no gasten un centavo en comprar pan de oro, ni oro de ningún tipo – si no es para ahorrar, lo cual sí aconsejo – que no lo gasten en disolver en aguas mágicas, etcétera. 
 
El primer alquimistas de la historia buscaba oro porque precisamente no lo tenía consigo, y pergeñó una serie de experimentos para poder teñir sus metales con la apariencia del metal noble. Pero de ningún modo fue oro auténtico. Utilizaba, entre sus compuestos, azufre, orina y cal. Custodió este secreto con muchos nombres claves para referirse a lo mismo llamandolo de diferente manera, mucho simbolismo y una cierta poesía sirvieron para ocultarlo aún más.
 
De esto y mucho más podrán encontrar en mi libro Al-Quimera. 
 
Lo importante es que no todo lo que oscurece es oro podrido, ni toda tintura que salga del oro es el alma del oro. Aquí pueden ver un simple experimento con un pan de oro bastante puro, pero no lo suficiente, para que en contacto con un ácido simple se ponga de color rosado.
 
 

 
No es mágico, el mismo ácido con otro oro comestible puede volverse azulado o verde. Dependerá de la aleación que contenga.  Pueden seguir pensando lo que quieren y perder su tiempo por estas rutas, pero mi consejo, de años de investigar esta quimera, es que no vale la pena.

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