El Elixir Rojo de los antiguos para transmutarse a si mismos

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El trabajo de P.D. Newman es impresionante. Lo pueden leer en su fabuloso libro Ángeles en bermellón: la Piedra Filosofal, desde Dee al DMT. 
 
¿Qué es Dee? Se trata de nada menos que John Dee, un hombre cuya vida daría para escribir varios libros.
 

 
 
Pero para resumir: Dee afirmó contactarse con entidades angélicas, que le permitieron acceder a conocimientos que dejó registrado en textos escritos con lenguaje angélico. Parece que, habiendo descartado médiums, buscó en cierto elixir rojo la posibilidad de quitarse las vendas de los ojos para atisbar la realidad como es. 
 
Ese elixir rojo se preparaba con una planta conocida como acacia, cuyo uso data de los tiempos de los egipcios, y en cuyo principio activo encontramos trazas de DMT, la llamada Molécula de Dios. descubierta por el químico y psiquiatra húngaro Stephen István Szára.
 
Para Newman, entender qué era la Piedra Filosofal implica entender el contexto histórico, la perspectiva intelectual que tenía un filósofo de la naturaleza en la Edad Media y el Renacimiento. 
 
Bajo esta nueva luz, podemos comprender mejor qué buscaban con sus elixires, tema aparte de sus preparaciones medicinales, sea con antimonio, mercurio, oro, plantas y sales volátiles. Los alquimistas, en este sentido, le habrían otorgado a la auténtica Gran Obra un sentido de revelación, de transformación espiritual interior, y no un meta y saca de materias en una mezcla hacia fines terrenales. 
 
Quizá por eso, textos antiguos como La turba de los filósofos, publicado en 1572, nos sugiere que dejemos de lado todo trabajo con materias terrenales de toda clase, porque ahí no se encuentra lo buscado. 
 
¿Qué se ve cuando se consume DMT? Creo que las palabras se quedan cortas. Pero según la pureza del compuesto se podría ver ángeles, demonios, y todo tipo de entidades alucinantes. De hecho, de los compuestos psicoactivos, este es el que la literatura describe con más experiencias relacionadas con entidades no humanas al consumirlo. 
 
¿Significa que realmente se ven entidades? No. Significa que realizaste un viaje psicodélico. 
 
Al respecto de la Piedra Filosofal, nos dice Newman en su libro: 
 
El término piedra filosofal parece haber sido utilizado por primera vez en el siglo III por el alquimista gnóstico helenístico Zósimo de Panópolis. Zósimos fue un sacerdote y artesano egipcio que se ocupaba principalmente del teñido o "tinturado" de metales para usarlos en las estatuas y parafernalia de los templos. 
 
Sin embargo, Zósimo también se dedicó a raros elixires. Lo que descubren varios especialistas (1) es que en la obra de los primeros alquimistas había un componente espiritual que, como suele suceder, fue opacado por las búsquedas materiales en que se empeñaron. Este elemento místico abriría las puertas a otra clase de elixir tal vez más espiritual.
 
Sin embargo, que hubiera dos alquimistas místicos, como Zósimo y María la Judía, no significa que estuviera implícito en la tradición alquímica. Pero sí que sus primeros practicantes lo tenían como importante.
 
Esta búsqueda espiritual volvería a resurgir, marcadamente identificativa, con Paracelso. Sin embargo, es en la Ilustración, siglo de las luces, que la alquimia queda definitivamente opacada. Ya nadie le da importancia a las fantásticas aseveraciones de los alquimistas. Mentes brillantes la desestiman, y ya no vuelve a lucir su misterio. 
 
Por eso, nos dice Newman en su libro: 
 
“Debido quizás a la desmitificación generalizada de la alquimia que ha resultado de la Ilustración, fue allí, detrás de las puertas de tejas de las logias masónicas, donde se sacó la piedra de relativa oscuridad y a la luz del día. Bajo juramentos solemnes de secreto, se reveló gradualmente a los candidatos con los ojos muy abiertos que la piedra filosofal es nada menos que el bermellón, extracto enteogénico de ciertas especies psicodélicas de acacia. Aunque pasarían otros cien años antes de que el químico y psiquiatra húngaro Stephen István Szára se inyectara por vía intramuscular DMT extraído de la acacia, descubriendo el potencial enteogénico del compuesto, ya que demostrado en nuestro libro, Alchemically Stoned: The Psychedelic Secret of Freemasonry, los efectos alucinógenos de DMT y la acacia eran bien conocidos por ciertos círculos masónicos en todo el siglo XVIII e incluso XIX” 
 
Quizá por eso ahora, para muchos alquimistas, la noción delirante de transmutar metales vulgares en metales nobles (como el oro o la plata) se haya trocado con la noción de transformarse a si mismos en algo más noble.  Esto mismo nos sugiere Newman:

Obviamente, la N,N-dimetiltriptamina no tiene el potencial de transmutar los metales base reales en plata u oro. Sin embargo, tiene el poder de transmutar la conciencia básica en iluminación o iluminación trascendente.
Ese componente místico perdido a lo largo de los siglos, se vuelve a redescubrir en estos tiempos, probablemente nacido a orillas del Nilo, donde creía la acacia que carga con el nombre del río: acacia Nilótica. Esta misma que acabo de recibir, tras incontables esfuerzos para que arribe,  y que en breve utilizaré para fabricar el Elixir Rojo de la acacia. 
 
 

 
Sin embargo, con este artículo no pretendo inspirar a nadie a su fabricación.  De hecho, en conversaciones que mantuve con Newman, la mejor forma de utilizarla, en caso que se decida extraer su principio activo (DMT) es a través de inciensos. 
 
En el pasado, probablemente, en los templos egipcios, utilizan el incienso para estos fines espirituales. La ingesta trae como consecuencia nauseas, vómitos, etcétera ...y se necesita un inhibidor del IMAO, sino el DMT es destruido por la monoaminoxidasa en el intestino. Y este inhibidor no fue descubierto hasta el siglo XIX , me comentaba Newman, por lo que todo sugiere se utilizaban inciensos. Gran consejo de su parte que me permito transmitir a mis lectores.

La evidencia sugiere que, tanto Cagliostro como Melissino, utilizaban inciensos con este principio de DMT incorporado.





 
 (1)Un ejemplo: Shannon Cooper Grimes, Ph.D. en su Becoming Gold: Zosimos of Panopolis and the Alchemical Arts in Roman

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