Ocurrió a fines de 1997, dentro del predio de la Facultad de Veterinaria (aréa Biotecnológica). Las ovejas aparecían muertas de la noche a la mañana. Destrozadas a dentelladas y con horribles mutilaciones, se esparció un reguero de sangre que condicionó un misterio.
Aquellos episodios convulsionaron al periodismo de aquella época, y los veteranos policias sentenciaban:
Algo parecido, en resumidas cuentas, a lo que aconteció con el caso de las primas de la bañera y que investigué hace tiempo atrás. Nunca se supo realmente lo que pasó. Sólo se conjeturaron teorías, cual una más alocada que la otra.
En este caso, sin embargo, había ciertos indicios que despejaban esa cortina sobrenatural que muchos acostumbran poner cuando no se resuelve un misterio. Las ovejas muertas eran las que prolijamente habían sido seleccionadas para ensayos de fertilización in vitro, con el propósito de lograr animales transgénicos.
Además de que había varios testigos de la zona de Villa del Parque que señalaban a una jauria de perros comandada por un siniestro hombre de barba candado que, a su indicación, sus perros mataban a las ovejas. Este hombre, fornido, grandote, era el responsable, a todas luces, de las matanzas.
El primer ataque se registró el 17 de Febrero. A la mañana siguiente el espectáculo era dantesco: las ovejas estaban destripadas.
El segundo ataque se efectuó tres días después. Lo extraño del caso es que ya se habían tomado precauciones y había policías haciendo guardia de noche. Pero no bastó. Y las visitas nocturnas de aquel personaje siguieron sin problemas.
El 8 de Marzo, el número de ovejas atacadas y muertas llegó a 45. Es decir, casi todas las que esperaban imitar a la popular oveja Dolly habían sido masacradas. ¿Es posible que hubiera sido un fundamentalista cristiano que aborrecía la idea de la clonación?.
TESTIGO DIRECTO
No, no era un chupacabras. Más allá de los casuales vecinos que advirtieron al oscuro hombre y su jauría, hubo un cuidador que fue testigo directo de los hechos. A las 3 de la madrugada oyó el desesperado balido de las ovejas, junto con extraños ruidos en las inmediaciones.
A raíz de las masacres de ovejas se había instalado un potente reflector que se podía encender desde la habitación del cuidador que hacía guardia. El hombre lo encendió de inmediato. Y , de prisa, salió temeroso a ver qué sucedía.
Pero se quedó paralizado al verlo a aquel personaje siniestro: acodado sobre uno de los hilos del alambrado que rodeaba el corral, miraba excitado cómo sus enormes verdugos caninos destrozaban a los pocos ovinos que quedaban.
El cuidador, no obstante, intentó detenerlo. Pero con suprema frialdad aquel asesino le dijo: "Si no querés terminar como las ovejas tomátelas ahora mismo", sentenció llevando un silbato a la boca, con el que comandaba a sus perros.
Sin pensarlo dos veces, el cuidador se refugió en su casucha, donde esterilmente intentó comunicarse con otros cuidadores y la policía.
INFORME POLICIAL
El prolijo informe de la policia fue contundente al indicar qué clase de animal había matado a las ovejas: de la raza Braco de Weimar o Weimaranner.
El profesor Patricio Díaz Pumará insistía en que:
"Posiblemente se trata de un hombre que entrena animales para caza mayor y menor o, en todo caso, para riñas entre perros".
Las autopsias revelaron que todos los perros actuaban de forma sistemática:
"Uno toma a la oveja de la grupa y la inmoviliza , mientras otro perro le arranca la yugular".
Pero al pasar el tiempo nunca se llegó al responsable del suceso. Y todo quedó en el olvido, como un misterio más. No obstante, había algo claro en este crímen: que el personaje actuaba siempre en días de lluvia y gran tormenta. Un detalle interesante a la hora de compararlo con los casos de depredasangre de Chile, Argentina o Puerto Rico.
Algunos pensaron que los días de lluvia escogidos por aquel siniestro hombre eran parte de un ritual. Otros -más sensatos - que en realidad usaba esos momentos porque hay menos gente en la calle, pasa más desapercibido, y los ruidos se pierden con la tormenta.
1998 OTRO EPISODIO EXTRAÑO
En efecto. Un año después , en Marzo de 1998, otra serie de ataques rarísimos tuvieron como epicentro al Jardín Zoológico de La Plata. En horas de la noche, alguien, -otro loco - disparó contra patos, gansos y flamencos.
Casi 22 aves fueron asesinadas y otras heridas. Nunca se esclareció tampoco este asunto.
¿Ritual? ¿Manía? ¿Excitación? ¿Qué impelió a estos crímenes?.
No importa saberlo. A los fines, lo que importa de estos hechos es que el misterio tiene una forma : la de un ser humano. Lo mismo lo que sucede en otras partes del mundo con el rídiculo chupacabras.
Aquellos episodios convulsionaron al periodismo de aquella época, y los veteranos policias sentenciaban:
"En episodios y temas que pertenecen estrictamente al ámbito policial, existen misterios que por sus características, a veces rodeadas de ribetes alucinantes, tendrían que haber sido debidamente esclarecidos o al menos explicados y, sin embargo, en el 90% , la opinión pública nunca tuvo la satisfacción de recibir alguna información oficial que despejara dudas y ahuyentara la sensación de miedo que determinado hecho dejó, como una impronta indeleble, en el ánimo de la población". (cita del libro Crímenes famosos, del recordado Enrique Sdrech)
Algo parecido, en resumidas cuentas, a lo que aconteció con el caso de las primas de la bañera y que investigué hace tiempo atrás. Nunca se supo realmente lo que pasó. Sólo se conjeturaron teorías, cual una más alocada que la otra.
En este caso, sin embargo, había ciertos indicios que despejaban esa cortina sobrenatural que muchos acostumbran poner cuando no se resuelve un misterio. Las ovejas muertas eran las que prolijamente habían sido seleccionadas para ensayos de fertilización in vitro, con el propósito de lograr animales transgénicos.
Además de que había varios testigos de la zona de Villa del Parque que señalaban a una jauria de perros comandada por un siniestro hombre de barba candado que, a su indicación, sus perros mataban a las ovejas. Este hombre, fornido, grandote, era el responsable, a todas luces, de las matanzas.
El primer ataque se registró el 17 de Febrero. A la mañana siguiente el espectáculo era dantesco: las ovejas estaban destripadas.
El segundo ataque se efectuó tres días después. Lo extraño del caso es que ya se habían tomado precauciones y había policías haciendo guardia de noche. Pero no bastó. Y las visitas nocturnas de aquel personaje siguieron sin problemas.
El 8 de Marzo, el número de ovejas atacadas y muertas llegó a 45. Es decir, casi todas las que esperaban imitar a la popular oveja Dolly habían sido masacradas. ¿Es posible que hubiera sido un fundamentalista cristiano que aborrecía la idea de la clonación?.
TESTIGO DIRECTO
No, no era un chupacabras. Más allá de los casuales vecinos que advirtieron al oscuro hombre y su jauría, hubo un cuidador que fue testigo directo de los hechos. A las 3 de la madrugada oyó el desesperado balido de las ovejas, junto con extraños ruidos en las inmediaciones.
A raíz de las masacres de ovejas se había instalado un potente reflector que se podía encender desde la habitación del cuidador que hacía guardia. El hombre lo encendió de inmediato. Y , de prisa, salió temeroso a ver qué sucedía.
Pero se quedó paralizado al verlo a aquel personaje siniestro: acodado sobre uno de los hilos del alambrado que rodeaba el corral, miraba excitado cómo sus enormes verdugos caninos destrozaban a los pocos ovinos que quedaban.
El cuidador, no obstante, intentó detenerlo. Pero con suprema frialdad aquel asesino le dijo: "Si no querés terminar como las ovejas tomátelas ahora mismo", sentenció llevando un silbato a la boca, con el que comandaba a sus perros.
Sin pensarlo dos veces, el cuidador se refugió en su casucha, donde esterilmente intentó comunicarse con otros cuidadores y la policía.
INFORME POLICIAL
El prolijo informe de la policia fue contundente al indicar qué clase de animal había matado a las ovejas: de la raza Braco de Weimar o Weimaranner.
El profesor Patricio Díaz Pumará insistía en que:
"Posiblemente se trata de un hombre que entrena animales para caza mayor y menor o, en todo caso, para riñas entre perros".
Las autopsias revelaron que todos los perros actuaban de forma sistemática:
"Uno toma a la oveja de la grupa y la inmoviliza , mientras otro perro le arranca la yugular".
Pero al pasar el tiempo nunca se llegó al responsable del suceso. Y todo quedó en el olvido, como un misterio más. No obstante, había algo claro en este crímen: que el personaje actuaba siempre en días de lluvia y gran tormenta. Un detalle interesante a la hora de compararlo con los casos de depredasangre de Chile, Argentina o Puerto Rico.
Algunos pensaron que los días de lluvia escogidos por aquel siniestro hombre eran parte de un ritual. Otros -más sensatos - que en realidad usaba esos momentos porque hay menos gente en la calle, pasa más desapercibido, y los ruidos se pierden con la tormenta.
1998 OTRO EPISODIO EXTRAÑO
En efecto. Un año después , en Marzo de 1998, otra serie de ataques rarísimos tuvieron como epicentro al Jardín Zoológico de La Plata. En horas de la noche, alguien, -otro loco - disparó contra patos, gansos y flamencos.
Casi 22 aves fueron asesinadas y otras heridas. Nunca se esclareció tampoco este asunto.
¿Ritual? ¿Manía? ¿Excitación? ¿Qué impelió a estos crímenes?.
No importa saberlo. A los fines, lo que importa de estos hechos es que el misterio tiene una forma : la de un ser humano. Lo mismo lo que sucede en otras partes del mundo con el rídiculo chupacabras.