
Un ambiente en penumbras. Y nada de cámaras. Por eso no se encuentra practicamente material fílmico de los supuestos milagros de Pachita. Y lo que se ve son fotos mal tomadas sin detalles. Esta medida no era caprichosa, según la curandera. Porque era necesario alejar los equipos electrónicos para no alterar la materialización de los órganos sanos (y si los materializaba, ¿para que abría los cuerpos?) y el ambiente en tinieblas le permitía al espíritu Azteca incorporársele.
Pero un ilusionista al notar todos estos elementos de escena sonreirá enseguida. No hay lugar a dudas de que armaba una puesta en escena para simular sus operaciones psíquicas.
No había cicatriz en la persona operada. Y además, utilizaba un viejo y rancio cuchillo, del todo vulgar y sin siquiera desinfectarlo. No habia mucha diferencia entre lo que hacía Pachita y los sanadores Filipinos que desmanteló James Randi en su día, aquí el video del truco:
Presente en estos shows – no puedo catalogarlo de otra manera – fue el crédulo de Jacobo Grinberg que escribió un libro y todo del asunto (Las manifestaciones del Ser) y cuya historia ya abordé en esta entrada (click aquí).
Que sea científico y todo lo demás no le habilita a que no sea crédulo y que haya perdido la objetividad al ser timado por una profesional del engaño como fue Pachita. En sus días de juventud, donde el “Don” aun no se había "despertado" en su vida, Pachita , en realidad llamada Barbara Guerrero, había estado en las filas del mítico Pancho Villa, donde habría luchado, y sumida totalmente en la pobreza, trabajó en todo tipo de cosas: vendedora de billetes de loteria, cantante en transportes públicos – denotando su vena artística y escénica – y como cabaretera.
Y mientras para algunos, como Grinberg, eso forjó su carácter para trascender las vanas ilusiones, yo pienso en lo contrario: la necesidad le llevó a montar su gran show de ilusionismo que presentó como una curación chamánica con sangre y todo.
Es verdad que hubo casos de personas que salieron curadas, pero eso es propio del efecto de la sugestión humana. Era tanta la fe que profesaban a la curandera que, ante tal acto dantesco de sangre, toda la fisiología de las personas se modificaba en algunos casos produciendo una remisión de la enfermedad. No por nada, Pachita pedía que tuvieran fe, sin fe - afirmaba - no podía obrar sus curaciones. Algo que ya es bíblico cuando Jesucristo cura a los enfermos y les dice “tu fe te ha salvado” comprendiendo que no hacía ningún milagro él, sino la propia persona y su poderoso efecto de sugestión.
Recordemos los trabajos de Rick Strassman que menciona que, en los estudios básicos de psicología, al inyectarle adrenalina a ciertos pacientes pero diciéndoles que era sedante el cuerpo respondía como si fuera sedante. Y viceversa. Si se le inyectaba sedantes y se le decía era adrenalina, los pacientes se ponían en estado de alerta. La mente juega un papel fundamental a la hora de dirigir la fisiología, lo mismo que sucede con los casos de los estigmatizados y sus ciertas fragancias resultado de ayunos intensos – proliferación de cetonas y por ende un olor a fruta emanando de los poros del cuerpo.
Pachita supo ver este fenómeno de la mente humana y explotarlo con un show sangriento para que fuera todavía más sugestivo. No es de extrañar que de tal circo salieran personas curadas.
Y como atendía tanto a personas influyentes, como el cineasta Alejandro Jodorowsky, asi como a personas humildes, sin por ello cobrar en exceso, esto creó un aura de cierta santidad en torno a su figura. Pero era parte de lo que buscaba.
El 29 de abril de 1979, sin embargo, a los 79 años Pachita muere. Y nace la leyenda.