Como siempre, cuando me propongo encontrar información acerca de algo, me topo con información parcial, o refritos de pensamientos que no me conducen a la verdad que busco. Y no fue distinto cuando intenté desentrañar el origen del Ormus, tan famoso hoy día y que comercializan en todos lados como una pócima para la salud.
Nadie sabe, o pocos lo dicen, que ORMUS proviene de la palabra ORME, que es un acrónimo de Elementos Monoatómicos Reorganizados Orbitalmente (Orbitally Rearranged Monatomic Elements) Y que su descubridor, David Hudson, lo encontró de pura casualidad en su terreno.
Les cuento la historia, que no tenía pensado escribir en este espacio, pero porque pasé mis largas horas investigándola y me parece productivo que otros se aprovechen de ese conocimiento así saben lo que consumen y , tal vez, dejen de hacerlo.
El mejor libro que localicé con información fue el de Robert E Cox, de cuyas páginas he traducido una gran cantidad de información que contiene este artículo.
LA HISTORIA DE ORME
En 1989 una serie de patentes fueron presentadas por un rico agricultor estadounidense llamado David Hudson, quien afirmó haber descubierto una nueva forma de materia. Según su historia, que se ha convertido en una especie de leyenda popular en internet, Hudson descubrió que su propiedad, que consistía en varios miles de acres en el sur de Arizona, contenía depósitos de oro y los elementos del grupo del platino.
Como ya tenía el equipo de movimiento de tierras, Hudson decidió que intentaría recuperar algunos de los metales preciosos y almacenarlos en una caja de seguridad como cobertura contra la inflación y los impuestos. Pero se encontró con algunos problemas a la hora de recuperarlo. Los depósitos estaban en forma de micro-cumulos, como pequeños agregados atómicos de los metales, que son realmente difíciles de recuperar.
Cuando Hudson intentó recuperar los metales utilizando métodos estándar de química húmeda, obtuvo un material floculante blanco que se asemejaba al papel de seda disuelto que, cuando se secaba, asumía la forma de un polvo blanco fino.
Desconcertado en cuanto a lo que podría ser este polvo y por qué no estaba recuperando los metales, lo envió para su ensayo. Los resultados del ensayo arrojaron que no era nada. Esto le pareció bastante extraño a Hudson, considerando que podía sujetar el polvo en sus manos.
Entonces debía ser algo, no nada.
Pero ninguna de las técnicas de ensayo estándar podía decir cual era el material. No coincidía con ninguno de los elementos químicos conocidos. Para llegar al fondo del misterio, Hudson contrató al mejor químico metalúrgico que pudo encontrar en el suroeste para investigar sobre el material e identificarlo.
Después de varios años de investigación, que costó varios millones de dólares, finalmente se encontró un método para ensayarlo. La metodología fue tomada de científicos metalúrgicos rusos, que se habían enfrentado a problemas similares.
Involucró un ensayo de fuego de arco de carbono de noventa segundos. Un ensayo de arco de carbono se utiliza a menudo para identificar elementos de una muestra de oro. Consiste en colocar dos grandes electrodos de carbono muy cerca uno del otro, entre los cuales se coloca una pequeña muestra del oro.
Cuando se pasa una fuerte corriente eléctrica entre los electrodos, se produce un arco eléctrico con una temperatura aproximada de 5000 grados centígrados. Este arco literalmente vaporiza la muestra de oro en quince segundos, y los elementos vaporizados pueden ser ensayados por análisis espectroscópico.
Normalmente, tal quemadura vaporizará todo, incluido todos los metales dentro de la muestra. Pero el problema con el polvo blanco de Hudson era que no se vaporizaba en una quema estándar de arco de carbono de quince segundos.
Como resultado, los elementos que contenía no pudieron ser identificados. Otro problema fue que si el arco se mantiene durante más de quince segundos, los propios electrodos de carbono comienzan a descomponerse debido a la oxidación, lo que termina con el arco propiamente.
Los rusos desarrollaron un método para mantener el arco durante más de quince segundos mediante la realización del ensayo en una atmósfera inerte, desprovista de oxígeno, de modo que los electrodos de carbono no se erosionaran por medio de la oxidación.
Cuando Hudson y su químico metalúrgico realizaron un ensayo de arco de carbono de noventa segundos en el misterioso polvo blanco, descubrieron que hacia las últimas etapas de la quemadura, el material comenzó a vaporizarse y el equipo espectroscópico leyó los elementos del grupo de platino y el oro en el orden de sus temperaturas de vaporización.
En otras palabras, el misterioso polvo blanco consistía solo en los elementos del grupo del platino y el oro, pero en una forma completamente desconocida en ese momento.
No hace falta decir que esto intrigó profundamente a Hudson, porque ya había determinado que el oro en su propiedad contenía 2400 onzas por tonelada del misterioso polvo blanco. Si pudiera recuperarlo y transformarlo del estado de polvo blanco al estado metálico ordinario, sería un hombre rico.
Así que Hudson contrató a su químico metalúrgico y le pidió que continuara la investigación para ver si podía determinar varios medios por los cuales los metales podrían convertirse en el estado de polvo blanco y volver a un estado metálico.
Eventualmente, Hudson presentó patentes en los Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia sobre el misterioso polvo blanco, que él y su químico habían determinado que eran formas monoatómicas de los metales preciosos, cuyas órbitas de electrones se había reorganizado de tal manera que ya no mostraban las formas físicas y químicas estándar, o las propiedades eléctricas de los metales originales.
Hudson se refirió a estos materiales como ORME, que es un acrónimo, como vimos, de Elementos Monoatómicos Reorganizados Orbitalmente.
El término monoatómico se refiere a un solo átomo (mono) que no está unido a otros átomos por ningún tipo de mecanismo de unión. Por estas fechas, el suegro de Hudson se le acercó con un libro de alquimia, que hablaba sobre un polvo blanco de oro y sus milagrosos poderes curativos y de recuperación. Hasta ese momento Hudson sabía poco o nada sobre alquimia, excepto que era una teoría medieval sobre la capacidad de transmutar metales básicos en oro.
El libro describía un polvo blanco de oro, producido por medios alquímicos que podría ser ingerido para obtener beneficios casi milagrosos.
Hudson ni siquiera había pensado en comer su polvo blanco, y al ser de naturaleza conservadora, era reacio a hacerlo. Sabía de hecho que el polvo blanco era químicamente inerte, por lo que no podía ser venenoso, pero la idea de comer los metales le parecía bastante extraña. Siendo un tipo cauteloso, Hudson llevó parte del polvo blanco a un veterinario local y explicó su historia.
Acordaron realizar algunos experimentos en perros con enfermedades terminales, cuyos cuerpos estaban llenos de tumores y para quienes no había esperanza de recuperación.
En lugar de dar el polvo blanco a los perros por vía oral, lo inyectaron en el torrente sanguíneo de los animales en forma de una suspensión salina. Para su sorpresa, descubrieron que los perros se recuperaron milagrosamente en sólo unas pocas semanas y estaban libres de tumores.
Esto hizo que las ruedas en la mente de Hudson comenzaran a girar. Razonó que incluso si no podía desarrollar un método comercialmente viable para transformar el polvo blanco en metales ordinarios, el polvo blanco en si mismo podría se inmensamente valioso para fines medicinales y si los antiguos textos alquímicos fueran correctos, posiblemente con fines espirituales.
Luego se fue de viaje y dio una serie de conferencias en los Estados Unidos, muchas de las cuales han sido transcrita y están disponibles en Internet, para recaudar fondos para una gran planta comercial para producir polvo blanco con fines espirituales. Aunque creía firmemente en el valor medicinal del polvo, Hudson desconfiaba de las regulaciones involucradas en las industrias médicas y farmacéuticas y de los problemas que podría enfrentar al hacer cualquier afirmación sobre su potencial curativo. Por lo tanto, promocionó su polvo blanco como una panacea espiritual, un alimento para el alma, y lo comparó con el maná bíblico.
Desafortunadamente, después de que Hudson recaudó varios millones de dólares y construyó su planta, hubo un accidente en el que cinco mil galones de ácido nítrico se filtraron de uno de los tanques de almacenamiento en sus instalaciones, ubicadas en las afueras de Phoenix.
Esto envió una columna de óxido nitroso venenoso ondeante sobre una subdivisión cercana. Más de cuatrocientas personas tuvieron que ser evacuadas, y las estaciones de noticias locales informaron del incidente como un gran desastre.
No hace falta decir que la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos cerró la planta de Hudson, y le exigió que moviera la planta al menos diez millas de distancia para que no amenazara a ninguna área poblada.
En ese momento, Hudson tuvo una serie de ataques al corazón, y su esposa amenazó con dejarlo si continuaba con su empresa. Así que renunció a su planta y volvió a la agricultura.
Pero la investigación continuó. Aunque Hudson ya no estaba directamente involucrado, continuó contratando a un químico para realizar la investigación. Durante la última fase del trabajo de Hudson, su químico principal fue Don Duke, quien en realidad hizo el ORME para Hudson y realizó investigaciones sobre él.
Entre otras cosas, Duke determinó que los ORME están presentes en los suelos volcánicos de todo el mundo y son absorbidos naturalmente por las plantas que crecen en esos suelos. La investigación de Duke continuó con las bendiciones de Hudson.
Después de varios años de investigación , Duke descubrió que una docena de plantas y hierbas tradicionalmente asociadas con altos valores nutricionales y remedios curativos también tienden a acumular mayores cantidades de ORME en sus hojas, tallos y savia que otras plantas. También descubrió que los cerebros de los mamíferos superiores, como los cerdos y las vacas, tienden a acumular ORME, y pueden contener hasta un 5 por ciento de elementos monoatómicos en peso. Esto indicó que los elementos están asociados no solo con las plantas nutritivas y curativos, sino también con la conciencia.
Duke tuvo un derrame cerebral que lo incapacitó para continuar trabajado, pero legó de alguna manera el conocimiento a Robert E Cox, que en su libro El Elixir de la Inmortalidad, explica mejor en qué consiste el ORME y como obtenerlo realmente. De este libro extraigo esta receta que traduzco al español por primera vez, sean prudentes en sacar conclusiones apresuradas. Por algo Duke mismo no se curó de su derrame cerebral aunque digan que los perros sí mejoraron de tumores.
EL ORME AUTENTICO
Los químicos que trabajaron para Hudson dieron con la técnica de preparar ORME partiendo del metal noble del oro y agua regía, logrando aquel polvo blanco tan espectacular.
El proceso es el siguiente, y requiere sal marina o cloruro de sodio y una buena dosis de paciencia. El procedimiento está en las oscuras patentes de Hudson, y en verdad no es complicado. Lo que se debe hacer es disolver una cierta cantidad de oro en Agua Regia, y luego evaporar la misma y añadir únicamente ácido clorhídrico sobre el oro disuelto.
Luego se debe añadir una proporción adecuada de sal y permitir que la solución se digiera continuamente a un fuego lento por el transcurso de varios meses, al menos tres meses.
Uno sabrá que obtuvo lo que busca cuando el líquido, de color amarillo/dorado, se torna verde esmeralda. Y permanecerá en ese color independiente de la solución si está fría o caliente.
Es un bello color esmeralda. Algo parecido a esto (este es por otro proceso aunque se usa oro, el color es inmediato):
El color verde comienza a aparecer a los dos meses y luego se vuelve estable tras los tres meses.
Para precipitar aquella película salina se utiliza hidróxido de sodio (NaOH). Pero lo que se obtiene no es hidróxido de oro ordinario, que es color marrón. Sino un hidróxido de oro monoatómico, cuyo color es blanco como la nieve.
Cuando se precipita, se decanta el líquido, se filtra, se seca, se recoce en horno para eliminar las formas de hidróxido y oxido del material, y lo que obtienes es un ORME puro, auténtico.
Este ORME no se disuelve en ningún ácido, y no puede volver a su estado metálico a menos que le apliques 5000 grados centígrados en presencia de carbono.
Pero atención: este hidróxido de oro blanco debe ser recocido en atmósferas controladas, para obtener el polvo blanco puro de oro. Tanto con hidrógeno como con argón. Hoy día se puede hacer fácilmente utilizando un horno de tubo y gases, el asunto es que si este polvo blanco era parte del Elixir de los antiguos alquimistas ¿cómo lo hacían careciendo del equipamiento adecuado?.
Presumiblemente antaño usaban técnicas metalurgicas para obtener el polvillo blanco medicinal de oro que algunos alquimistas llamaron "esqueleto del oro".
¿Qué disolventes nos ofrecen los metales al calor de una llama para disolver el oro en vez de usar Agua Regia?.
Cuando el antimonio se funde tiene el potencial de disolver el oro, formando una aleación fundida. Pero es mucho más eficiente, si lo están pensando, que disolver el oro con mercurio vulgar. Basta que uno tome un poco de antimonio triturado, colocarlo en una cuchara de acero y sostenerlo sobre una llama de vela hasta que el antimonio se derrita. Si uno coloca un poco de oro amarillo en la cuchara junto con el antimonio el oro se disolverá en el antimonio fundido en ese mismo momento, como un cubo de hielo que se disuelve en agua tibia.
Por esta razón los antiguos lo compararon al antimonio con un lobo voraz, el lobo gris de Basilio Valentín, donde precisamente se está llevando a cabo esto que digo.
El antimonio es probablemente el disolvente del oro más eficiente para limpiar el oro, separando los metales que se devora el antimonio.
Mediante este proceso tradicional, que todos los alquimistas conocen, pero que nadie pone en práctica, se obtiene un oro mucho más sutil. Cuando el oro está en forma monoatómica, aparece como un polvo blanco fino, y cuando está en forma diatómica, aparece como un polvo rojo fino.
Es probable, nos dice Cox, que estos fueran el "azufre blanco" y el "azufre rojo" de los alquimistas antiguos.
Ahora bien, para continuar con la operación, una vez que se forma esa asociación de oro y antimonio, se pone el producto, frio y en polvo, con mercurio vulgar. Devorará al oro pero no al antimonio, separándose una tierra negra que los antiguos llamaron "las heces del perro negro " o las "haces del lobo". Tras esta separación y su limpieza, el mercurio estará cargado de oro puro finamente dividido por el lobo.
Tras esto destilo el mercurio quedándome con el oro finamente dividido color amarillo. Pero es un oro de menor cantidad que el que había introducido. Esto porque la parte más monoatómica voló con el mercurio en la destilación. Por tanto, con el residuo del caput, vuelvo a proceder como antes, lo pongo con antimonio, luego mercurio, y destilo. Cada vez que lo hago, es un águila. Y cada vez el mercurio se llevará más porciones monoatómicas del oro.
Al final, en la 7 o 9 águila o repetición de lo mismo, el mercurio estará suficientemente aguzado de oro monoatómico, y se coloca en un matraz sellado a fuego lento durante un largo tiempo. Hay que tener paciencia.
Eventualmente, un polvo blanco o rojo o una mezcla de los dos, evolucionará y flotará en la superficie del mercurio líquido. Este polvo no son otra cosa que partículas monoatómicas blancas o diatómicas rojas.
Los antiguos recolectaban estos polvos con una pluma, porque eran sus azufres. De esta forma obtenían el ORME en el pasado, según Robert E Cox.
Robert E Cox |
Mi opinión es que !no sigan esta forma perturbada de conocimiento.! Trabajar o manipular mercurio es sumamente peligroso.
EXPERIENCIAS EXTRAORDINARIAS CON LA SUSTANCIA:
Lo que sigue se transmitió en una conversación privada entre Robert E Cox y un bioquímico de gran éxito que replicó e hizo algunas mejoras en el proceso de química húmeda de Hudson diseñado para producir el polvo blanco de oro a partir de oro amarillo puro.
Aunque esta persona desea permanecer en el anonimato para mantener su credibilidad profesional, es un amigo del E Cox, y puede dar fe de su integridad personal y profesional.
Según su informe, logró hacer alrededor de 200 miligramos de oro ORME, a partir del oro metálico puro durante un período de aproximadamente tres meses utilizando un proceso similar mencionado aquí.
Pero hay una diferencia importante entre su método mejorado y el de Hudson, el oro metálico primero debe disolverse en agua regia (una mezcla de ácidos clorhídrico y nítrico) y luego digerirse en una solución clorhídrico-salina durante un largo período de tiempo.
Después se aproximadamente seis semanas más o menos, la solución, que normalmente es de color amarillo o dorado, debe comenzar a volverse verde cuando está en un estado concentrado. Esta es la señal de que el oro se ha vuelto monoatómico.
En este punto, Hudson nos dice que uno debe precipitar el oro de la solución en forma de hidróxido de oro monoatómico. Sin embargo, cuando uno precipita el oro en esta etapa, obtiene un polvo rojizo, marrón o como lodo, que luego debe ser recocido en un horno de tubos mientras se inunda la muestra con varios gases para obtener el polvo blanco como la nieve de oro monoatómico puro.
El bioquímico, por otro lado, llevó el proceso más allá.
En lugar de precipitar el oro a la primera señal de verdor, continuó la digestión durante tres meses completos, hasta que la solución permaneció verde, ya sea en un estado concentrado o diluido. Cuando precipitó el oro, salió como un hidróxido de oro blanco como la nieve, en lugar de un hidróxido de oro marrón, una diferencia significativa. Después de recocer el material primero bajo hidrógeno y luego bajo argón en un horno de tubos, finalmente obtuvo un polvo químicamente inerte, blanco como la nieve.
Llevó a cabo el experimento por curiosidad científica. Pero, dadas las afirmaciones de Hudson de que el material induce un estado alterado de conciencia, decidió ingerir una pequeña cantidad del material inmediatamente después de que se había hecho. Así que midió una cantidad inferior a un miligramo (1/1000 de una aspirina) , lo colocó en un vaso de agua de ocho onzas y lo bebió. Sabía que el oro en si mismo podía consumirse en pequeñas cantidades sin efectos nocivos, y que este material era químicamente inerte de todos modos, por lo que pensó que esta pequeña cantidad no podría dañarlo.
No hubo efectos inmediatos.
Se fue a casa, cenó y se acomodó para una tranquila noche de televisión con su esposa. Pero unas cuatro horas más tarde, comenzó a experimentar cambios dramáticos en su conciencia, cambios que lo aterrorizaron. Inicialmente pensó que era como morirse o llegar al estado casi de la locura. Más tarde le explicó a Robert E Cox, quien cuenta esta anécdota, que su conciencia se estaba expandiendo tan rápidamente que hizo todo lo posible para aferrarse a su realidad ordinaria, distrayéndose con todo su poder.
Pero la experiencia no se fue. No se fue esa noche ni al día siguiente. De hecho, ¡Duró aproximadamente dos meses!. Durante ese tiempo, cada vez que se acomodaba para descansar durante el día o cuando se acostaba para irse a dormir por la noche, su mente comenzaba a expandirse a lugares con los que nunca había soñado, y sin ningún conocimiento de los planos espirituales superiores, la experiencia lo aterrorizaba. Imaginó que había dañado permanentemente su sistema nervioso.
También notó ciertos efectos físicos. Primero comenzó a experimentar destellos de calor dentro de su cuerpo. A los tres días de tomar la sustancia, su cuerpo también estalló en manchas rojas que se asemejaban a urticaria. Fue a un médico, que le realizó todo tipo de pruebas, pero todas las pruebas salieron negativas. El diagnóstico fue que estaba perfectamente sano.
Al discutir su experiencia con Cox, hizo el improvisado comentario de que no durmió ni un poco durante todo el periodo de dos meses. Cuando se le sugirió que esto debió dejarlo agotado, dijo que se había sentido justo lo contrario. Se sintió renovado y alerta durante el día y también experimentó varias percepciones extrasensoriales, como saber quién estaba llamando cuando sonó el teléfono, y saber cuándo alguien había llegado afuera a su lugar de trabajo, a pesar de que no podía verlos ni oírlos llagar.
Cuando se acostaba para irse a dormir por la noche, explicaba que se iba a un lugar donde el tiempo y el espacio no existen y permanecía despierto en ese estado, sin pensar en nada, hasta la mañana.
Robert E Cox concluye: Resulta que este insomnio es una característica común de las primeras etapas de la iluminación espiritual. En la tradición védica esto fue llamado “el estado de insomnio”. Por lo tanto, se dice que aquel que se ilumina ha conquistado el sueño.
El cuerpo se duerme y obtiene un profundo descanso, más allá del normal y ordinario, y sin embargo, la conciencia permanece despierta, sin pensar en ningún pensamiento ni tener sueños vulgares. Lo mismo se describe en textos herméticos:
“Mi sueño corporal había llegado a ser una sobria vigilia del alma; y el cierro de mis ojos verdadera visión, y mi silencio preñado de bien”. (Scott Hermética)
Cuando el amigo bioquímico de Cox le relató su experiencia había transcurrido 6 meses desde que ingirió por primera vez el ORME de oro. Explicó que el efecto desapareció gradualmente. Pero no se atrevió a soportar más, simplemente era demasiado poderoso.
Tal vez no solo la sustancia es demasiado poderosa, sino que el humano moderno no está a la altura, tan preocupado por superficialidades, y banalidades pasajeras.
Es necesario meditar, asociarse con la naturaleza, y luego, una vez uno se conozca a si mismo, tomar esta materia extraordinaria.
Esto es lo que hizo Cox, y le pidió a su amigo que le enviara una muestra para experimentarlo en carne propia.
Pero no solo Cox, sino tanto él como varios amigos ingirieron el ORME en pequeñas cantidades. Pero no notaron ningún efecto. Y cuando se lo dijo a su amigo, él mismo decidió probar otra vez. Tampoco notó efectos.
Finalmente llegaron a la conclusión de que el oro ORME, además de ser fabricado de esta manera compleja, pierde su potencia con el tiempo. Evidentemente tiene unas propiedades inusuales al salir del horno y luego estas se pierden con el tiempo.
Si el maná del desierto, como se piensa, consistiera en ORME, es claro porque se lo debía dar Moisés rápidamente a su gente: porque perdía sus virtudes con el tiempo. No es que se pudría, sino que se iba el poder latente de la organización de átomos que tiene en su fase inicial al salir del horno. Es el motivo por el cual, en la biblia, el encargado de fabricar el maná para el pueblo en forma de tablillas u obleas, es un maestro metalúrgico, no un panadero, concluye E Cox.
CONCLUSION PERSONAL
Hoy día se sigue hablando del Ormus, lo fabrican con agua de mar, con hidroxidos, y la verdad, no hay una traza ni un ápice de oro metálico. ¿Donde quedó todo aquello?.
Creo que estas historias son propias de ciencia ficción, pero carecen de credibilidad. Como dice el refrán, cuando la promesa es grande, hasta el Santo desconfía.
Fuentes:
The Elixir of Immortality: A Modern-Day Alchemist's Discovery of the Philosopher's Stone