El timo de la crucifixión

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El otro día encontré, revolviendo en mis archivos, algunos escritos donde hacía mención a detalles importantes sobre la muerte en la cruz de Jesucristo.

Pues bien, antes de hablar de ello, me gustaría recordar el testimonio de algunos sicarios. Entre ellos, la entrevista que hicieron recientemente (y que en Youtube podrás encontrar) donde un anónimo sicario cuenta que para descuartizar a una persona es necesario antes matarla.

Este detalle macabro, que me llamó la atención la primera vez que lo oí, nos habla de algo importante: que una persona viva tiene circulación sanguínea, y una muerta no.

Algo pueril, dirán, pero fundamental a la hora de consumar un descuartizamiento a manos de un sicario y evitar un innecesario desangramiento.

Ahora bien, regresemos a Jesús. Todos recordarán la escena de la cruz. Dos malhechores padeciendo el mismo suplicio que Jesús (Lucas, 23:40) y a ellos se les rompe las piernas para acelerar la muerte. ¿Lo recuerdan?

Recordarán, entonces, que según los evangelios canónicos, a Jesús no se le quiebra las piernas. Si lo hubieran hecho no se habría cumplido cierta profecía mesiánica – que Jesús hacía cumplir con rigor como ya hemos visto ( “Y estas cosas sucedieron para que se cumpliese la escritura: no será quebrado hueso algunoJuan XIX:36. Véase también Exodo XII, 16).

A Jesús se lo atraviesa con una lanza, a manos de un centurión, donde brota agua y sangre fresca. Esto es imposible. Pues de un cuerpo de una persona fallecida jamás podría brotar sangre fresca, apenas unas gotas. Esto, como vimos, lo sabe hasta un sicario sin necesidad de ser médico.

La crucifixión fue algo tan veloz en el caso de Jesús, que no sólo duró tres horas, en lugar de los tres o cuatros días típicos que acostumbraban a padecer los sentenciados. Incluso Pilato se sorprende (Marcos 15:44), y obviamente el procurador romano sabía bien cuanto duraban las crucifixiones.

Lo otro, que presagia un complot, quizá como el que Hugh J. Schonfield escribió en su El Complot de Pascua : la tumba que pertenecía a José de Arimatea.

Contrariamente a las costumbres judias, aquella tumba no fue rellenada con tierra. Es más: era espaciosa, entraba una persona de pie, con aire suficiente para respirar (según los canónicos). Y fue tapada con una inmensa roca.

Ahora bien, ¿cómo pudo mover la piedra para poder salir y dejarse ver luego vestido de blanco, si no hubiera tenido un cuerpo físico, en lugar de uno espiritual?. Lo mismo las marcas de la cruz, en las palmas, que todos asociamos siempre, según los canónicos, a Tomás, el escéptico.

Jesús se las enseña. Ergo: tenía un cuerpo bien carnal. Pues hasta se da el lujo de comer pescado con sus discípulos en sus llamadas Apariciones.

¿Hace falta algo más para entender el fraude de la crucifixión?
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