El manuscrito de Voynich

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El manuscrito Voynich es un misterio para muchos especialistas que se pusieron manos a la obra intentando develar su contenido. Se lo conoce como el Santo grial de la criptografía.

Algunos sospecharon que se trataba de un manual de alquimia. Otros, que el conocimiento era tan avanzado que sólo en el futuro podríamos comprender las implicaciones de sus páginas.

Para la mayoría que lo analizó no era otra cosa que un bulo histórico ya que el análisis criptográfico estadístico había revelado que no tenía correspondencia con lenguaje real existente.

Pero veamos un poco su historia.



LA HISTORIA DE UN MANUSCRITO MISTERIOSO

El manuscrito Voynich es un libro medieval. Dicen que perteneció a Roger Bacon, notable alquimista que explica la obra de la vía húmeda a través del estaño.

Rodolfo II de Bohemia fue uno de sus primeros propietarios allá por el año 1600. Luego, como es natural, fue pasando de mano en mano hasta que llegó en poder del especialista en libros antiguos Wilfrid M. Voynich.

Hoy día se encuentra en la Beinecke Library de Yale.


¿ES UN LIBRO SIN SENTIDO O UNA BROMA?.

No lo creo. Las 240 páginas que lo conforman no hablan de algo realizado como un mero bulo histórico como muchos escépticos piensan. De hecho, el esmerado trabajo que se aprecia en cada una de sus páginas nos sugiere que quien haya sido el anónimo escritor aquello lo hizo con esmero. Y el esmero nos habla de propósito.

Como he leído algunos tratados de alquimia, algo comprendo del tema. Y noto enseguida las alusiones típicas de la obra de los alquimistas. Además de un extenso herbario interesante. Quizá, digo yo, las letras incoherentes que contiene sean nada más que una guisa de “niebla” para cubrir lo importante: sus dibujos.


CONCLUSION

En Wikipedia hay un importante resumen sobre este manuscrito. Para evitar refritar, prefiero linkearlos a dicho contenido, pues abarca todo lo que es importante sobre Voynich y los más de 170.000 glifos que contiene la obra.

En lo personal, pienso que no se pueda traducir no significa que sea una patraña, sino simplemente que no se puede acceder al propósito original de la obra.

Si uno analizara el Mutus Liber, por poner un ejemplo, llegaría pronto a la conclusión que son disparates de los antiguos. Sólo hay dibujos, y nada que nos diga otra cosa que un artista fascinado con las retortas, las mujeres, los hombres, los campos y la astrología.

Sin embargo, doy fe que no es así. He podido ver cómo las láminas del Mutus Liber encierran ciertos conocimientos rudimentarios de química que pocas personas hoy día conocen. Formas para sacar nitrito amónico, a través del rocío. Instrucciones para dejar al vacío ciertos compuestos en matraces. En suma, hay cierta ciencia encerrada en aquellos dibujos incomprensibles que se revelan al poner en práctica dichos dibujos. Ese es el lenguaje: la experimentación.

En el caso del manuscrito de Voynich, aunque no lo he estudiado extensamente, ya que no tengo todas las láminas en mi poder, considero que algo esconde. Que no se trata de un sin sentido, ni una bula histórica, sino algo más. Un legado importante en su época y que prefirieron ocultarlo.

Y es que el celo de los alquimistas, en pos de la obra, ya vimos que los obligaban a ser herméticos con sus secretos. No tanto por lo que pudieran significar, sino por lo que podrían hacer imaginar a sus posibles verdugos de la Inquisición.







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