Kondraty Selivanov fundó una secta cristiana bastante insólita. La llamó “la secta Skoptsy”. Y entre sus creencias estaba la idea de que debían castrarse para asegurar el celibato.
Estaban convencidos de que así obtendrían la pureza absoluta, la misma que Cristo y sus discípulos habían obtenido (también por medios semejantes, aseguraban ellos).
Entonces tomaban un cuchillo y se rebanaban el pene; tras esto, lo cauterizaban con un hierro al rojo vivo. La piel siseaba y el humo de su obligada castidad los volvía parte de la secta.
Así quedaban los fieles aspirantes a la secta. |
Lo mismo sucedía con las mujeres, a las que se les añadía la mutilación de sus pezones e incluso sus pechos enteros.
De esta forma erradicaban el pecado original que para ellos era el sexo.
Cualquier pensaría, a la luz de los hechos y del tiempo, que una secta así no podría acumular seguidores. Pero no. En esta tierra en que vivimos hay espacio para todo.
Y llegó , con todo y amputaciones, a contar con cien mil seguidores en Rusia, donde se fundó.
Sí, nada menos que 100 mil hombres y mujeres dispuestas a cortarse sus genitales y aspirar con ello a la divinidad.
Parece que en algunos lados y momentos de la historia hay exceso de gente desesperada y capaz de lo que sea por una rebanada de divinidad.