Se sospechó siempre que las raíces auténticas de la alquimia provienen del lejano Egipto. Por lo que no vendría mal- ya que lo que mayormente persiguen los alquimistas son medicinas; aunque la moderna farmacopea contiene muchísimas cosas que ni en sus mejores sueños pudo imaginar Paracelso – que repasemos la supuesta cuna de la medicina moderna.
Antes bien, conviene aclarar que la alquimia se ha comprendido a lo largo de la historia como el arte de transmutar, o crisopeya, y desde Paracelso a estos días, con la influencia oriental y árabe, la alquimia europea empezó a prestar atención a los elixires o medicinas de orden universal. Pero este empeño no provenía de alquimistas (que eran en su mayoría crisopeyos), sino de médicos o boticarios. Los hallazgos de la moderna química se lo debemos a estas personas mayormente.
Ahora bien, entre los egipcios tenemos algunos papiros de interés al respecto. Cuando el persa Cambises conquistó el valle del Nilo se encontró con algo singular:
1. Los Papiros de Ramesseum que datan del 1900 a.C y donde encontramos fórmulas mágicas con un cierto contenido médico y cómo relajar los miembros rígidos.
2. El Papiro de Kahoun: compuesto hacia 1850 a.C donde aborda temas de ginecología, obstetricia, veterinaria y matemáticas.
3. El Papiro de Ebers, datado de 1550 a.C y donde hay recetas y algunas descripciones clínicas.
4. El Papiro de Edwin Smith confeccionado hacia el 1550 a.C con un contenido quirúrgico, bastante preciso y con prescripciones interesantes.
5. El Papiro de Hearst que data del 1550 a.C con recetas terapéuticas y abordaje de la medicina quirúrgica.
6. Papiro de Londres, datado hacia el 1350 aC. Donde hay una mezcla variada de recetas y fórmulas mágicas.
7. El papiro de Berlín, datado 1300 a.C que repite casi lo mismo del papiro de Ebers, pero con descripciones mucho más eficientes sobre la medicina angiológicas, en su Libro del Corazón.
8. El Papiro de Chester Beatty, datado de 1300 a.C con recetas y fórmulas mágicas disímiles.
9. Papiro de Carlsberg, datado de 1200 a.C donde abunda en descripciones sobre enfermedades de los ojos y algo de obstetricia.
En el antiguo Egipto había tres clases de sanadores, según se desprende del papiro de Ebers:
1. Los médicos laicos (snwn) llamados escribas.
2. Los sacerdotes de Sekhmet (mediaban entre el paciente y los dioses y solían incorporar alucinógenos o drogas variadas en sus ceremonias)
3. Los magos propiamente dichos, maestros en prácticas teúrgicas.
Había médicos expertos en una sola clase de enfermedad. Por ejemplo Hesy-Ra que fue el primer sanador que se tenga noticia (3000 a.C) y que fue especialista en oftalmología.
Ahora bien, la farmacoterapia fue ampliamente desarrollada en el antiguo Egipto como lo declaraba la Odisea (Od. IV, 229):
“País cuya fértil tierra produce muchísimos fármacos” y donde “cada hombre es un médico”
Había medicinas hasta el hartazgo: más de 700 preparados del reino vegetal, mineral o animal los encontramos en los papiros de H Grapow y H von Deines. Sin embargo, como sucedería a lo largo de los siglos, era difícil desprender la medicina racional de la medicina mágica. Creo que incluso hoy día esto sigue en pie con el efecto placebo muy bien documentado.
En el libro La Medusa Inmortal, escrito por Nicklas Brendborg estudiante de medicina molecular, nos narra el caso de personas que tenían que ser operadas de las rodillas, por un problema doloroso, y a varios pacientes se les hizo la incisión en las rodillas, se los cosió, pero no se les resolvió el problema y sin embargo mostraron la misma mejoría que a los que sí se les efectuó la cirugía completa. Es el famoso efecto placebo. Que en el pasado, pudo ser alentado por prácticas mágicas y rituales para conseguir el mismo fin.
Debemos recordar siempre que en el pasado las enfermedades se relacionaban con castigos de dioses o impurezas morales del propio ser humano.
En el Deuteronomio (28,21-28) encontramos :
“Si no escuchas la voz del señor, tu Dios, poniendo por obra todos los preceptos y mandatos que yo te mando…que el señor envie sobre ti la peste hasta acabar contigo…que el señor te hiera de tisis, calenturas y delirios..que el señor te hiera de viruela, tiña y sarna---que el señor te hiera de locura, ceguera y demencia”
No es por nada que en los evangelios leemos cuando Cristo proclama a las personas enfermas que de pronto se curan por el sólo hecho de tocarle su manto “Tú fe te ha salvado”. Enfermedades psicosomáticas que afectaban a numerosas personas por únicamente creer en algo inadecuado y que actos de Fe – como beber agua de Lourdes, tocar el manto de Jesucristo , o , ahora en tiempos modernos, consumir lejía – producían una curación espontánea.
Esto nos enseña hasta qué punto a día de hoy la creencia afecta nuestra salud. Por eso los tratamientos en el lejano Egipto empírico-mágico-teúrgico eran tan fundamentales. No sé sabía bien por donde venía la enfermedad, pero si era por la propia mente – o la creencia subyacente – mejor atacar todos los flancos.
Por eso surgieron estos hombres, con poderes especiales de curación, como los nutkas, cherokees de América del Norte, toltecas, mayas , chibchas, guaraníes y araucanos de América del Sur, etcétera.
Era clave observar al enfermo y ver si las medicinas herbarias, animales o minerales servían, sino probar con drogas alucinógenas porque el asunto era más espiritual – interno, creencia negativa.
Siempre se buscó un saber técnico, en cuanto a la medicina, pero como humano, nos embarga la influencia espiritual – creencia o paradigma que creamos de nosotros y el mundo – que nos puede llevar a cargar con enfermedades innecesarias, y donde el chamán/médico de turno ponía las cosas en su lugar.
Por supuesto, no sabían hasta que punto la genética, la epigenetica y los microbios nos afectan y que hoy empezamos a conocer para abrir la puerta a la longevidad.
Fuentes:
La medusa inmortal, Nicklas Brendborg
Historia de la medicina, P Lain Entrago