A veces hago experimentos como algunos biohackers. Experimento con mi propio organismo. Y en esta ocasión, alentado por un amigo e impulsado por los libros del record Ginness de Wim Hof, decidí hacer la prueba del frío. Y también, dicho sea de paso, sus técnicas de respiración.
Yendo al grano: las técnicas de respiración me dieron una sensación bastante curiosa, pero no extraordinaria. Toleré casi 2 minutos y medio sin respirar. Y lo que es mejor, mi oxígeno en sangre se elevó notablemente, saturando el medidor electrónico.
Por otro lado, se percibe como si los poros también respirasen, como si estuvieran más dilatados. Pero no encontré nada más singular a la técnica. La probé con un dolor de muelas, de un reciente tratamiento de conducto, y nada. Apenas un poco sentí que me desinflamaba.
Sólo las duchas heladas me resolvieron varias situaciones de dolor.
LA PRUEBA DEL AGUA HELADA
LA PRUEBA DEL AGUA HELADA
Durante unos 12 meses (que tocó verano, otoño, invierno y primavera) me duché tanto a la mañana como a la noche con agua bien fría. Controlé la respiración bajo el agua gélida y me fui acostumbrando.
En varias ocasiones me despabiló, me sacó el dolor de cabeza, resfriados, alergias, y me recompuso verdaderamente aquello de ducharme con agua helada.
Pero no hay milagro en esto: David Sinclair, genetista profesional, nos dice que las duchas heladas activan un circuito de supervivencia genético que se encarga de reparar de manera eficiente el organismo. Cuando se lo estresa de esta forma, de manera controlada, responde a la adversidad activando genes de longevidad. Y dice el experto:
"LAS SIRTUINAS, EVOLUCIONARON PARA PROTEGER EL CUERPO EN ÉPOCAS DE ADVERSIDAD ACTIVANDO LOS MECANISMOS DE SUPERVIVENCIA. Cuando se activan, ya sea mediante dietas hipocalóricas o bajas en aminoácidos o el ejercicio físico, los organismos se vuelven más sanos y más resistentes a las enfermedades, por lo que viven más tiempo"
A esto se suma, como explica en su libro este científico, las duchas heladas. Es una opción más para generar esta activación del mecanismo primitivo de supervivencia.
Pero cuando les cuento a todos lo que hago me dicen lo mismo: te vas a enfermar de pulmonía. Y siempre digo que esas enfermedades provienen de virus o bacterias, pero no del frío, si se lo utiliza de manera controlada.
Así pues, a la mañana y a la noche me sometía al frío. Recibir como miles de agujas en el cuerpo en invierno: la vasoconstricción, el aceleramiento del corazón hasta el acostumbramiento, y luego salir y sentirse óptimo pero congelado. Las uñas de los dedos de los pies azules.
Dejé de practicarlo porque entendí mejor el papel del frío y cuando conviene hacerlo. Porque si lo haces todos los días lo de las duchas heladas, seguramente te estrese demasiado el organismo. La ducha caliente es un placer que conviene no evitar. En los meses que experimenté el frío, extrañé las noches de agua caliente, los vapores que relajan. Estar relajado también ayuda a estar sano.
Así que dejé de lado este proceso de Hormesis. Sólo lo aplico cuando percibo que necesita el organismo, sea por una alergia, dolor o estado gripal inicial, un cachetazo al sistema inmunologico y que el mecanismo de supervivencia se active de forma más eficiente.