El gran problema cuando se analiza un texto antiguo de alquimia es que, amén de su inicial cripticidad, una vez desvelado su contenido y entendida la “lógica” que le rige, o al menos la que el autor parece haber aplicado, recién cuando se pasa a los ensayos y se corrobora en la experiencia lo narrado, uno se da cuenta que a fin de cuentas el texto se ceñía a los conocimientos científicos de la época en que fue escrito el opúsculo.
Detrás del florido lenguaje, de la poesía y el simbolismo, está la ciencia oculta. Y esa ciencia es la misma así pasen mil años. Pero además de ello, esta la superstición que rodea a esa ciencia que a la vista de los modernos trabajos científicos queda desmantelada.
Un ejemplo de lo que vengo hablando es el opúsculo de Recreaciones Herméticas. Este libro, escrito por un autor anónimo, del que se especulan mil teorías sobre su identidad, en realidad se basa en otro libro que lo precedió llamado La antigua y verdadera vía de la Naturaleza de ICH.
Unicamente que este libro de Recreaciones es mucho más prolijo, más racional en muchas de sus aseveraciones, y quizá más explícito en sus operaciones.
¿En que consiste lo que propone el autor?.
Consiste en recoger un agua del aire, a través de un aparato determinado (el aparato utiliza calor como “iman” para condensar el agua, algo que ya he probado que funciona convenientemente, y que tanto El Cosmopolita como Luis Soto de Aldrete confirman que es la pieza clave para fabricar sus menstruos filosóficos ) en una fecha especial como la primavera y en la luna llena.
Esta agua está rebosante de nitrito de amonio, una sal que se produce naturalmente en las épocas de mayor lluvia del año, que se da que es la primavera.
Esa sal aérea es la que contiene el agua atrapada por el aparato. Se usa el fuego porque ayuda a direccionar mejor la humedad del aire hacia un recipiente que pueda contener a la misma, y por tanto, no hay que esperar al rocío (que también contiene esa sal) sino que directamente en la noche se puede obtener en todo momento.
Y no hablo de un deshumificador, el cual también funciona perfectamente. Me refiero más a un aparato del estilo de Bacstrom:
Pero los métodos de atrapar esa agua son variados. Y también existe la posibilidad de circular rocío con algo semejante a esto:
Durante un tiempo, varios meses, hay que circular hasta que el agua se satura de sales, ya que emulamos el proceso de nitrificación de la naturaleza. Sólo hay que abrirlo cada tanto para que el oxígeno ayude a la formula química del nitrito de amonio. Y se tendrá un agua rebosante de sales como se puede apreciar aquí mismo:
EL PROCESO DE RECREACIONES HERMETICAS
El autor del opúsculo menciona que una vez en poder de esta agua el asunto es pudrirla, fermentarla. Existe la posibilidad de dejarla sin más en su frasco un año y esperar que fermente o bien utilizar un tonel de roble donde se fermentará de forma más acelerada.
Existe un pequeño texto que nos habla de la fermentación del rocío que pueden leer aquí mismo.
La putrefacción del agua con la sal hará fijar la sal y a la vez dejará una terrosidad oscura como la pueden apreciar aquí ya separada y destilada de su agua.
Ahora el autor propone que hay que regar y dejar secar esta tierra formada en la fermentación. (Para eso la separamos del agua secándola).
Regar con el espíritu: "espíritu" le dice a la sal sutil incorporada en el agua recolectada. Se riega, y se seca naturalmente. Se hace muchísimas veces con objeto de que la sal se manifieste encima de la tierra como una suerte de salitre.
Esto es lógico: el agua se evapora y deja adherida en la tierra la sal. Repitiendo este proceso con un buen agua cargada de la sal nitro, tendremos el blanqueo de la tierra negra.
Sobre este blanqueo se han tejido innumerables leyendas y confeccionado muchas láminas ilustrativas.
Lo que más tarde propone el autor, cuando se saturó de sales aéreas la tierra, es separar esta sal mediante más incorporación de líquido. Una especie de lixiviación. Que nos dejará la sal separada del resto de la tierra:
Dejándolo un tiempo indefinido de varios meses, la sal subirá y quedará como algodón en la superficie. A esta sal abierta el autor le llama el Mercurio Filosófico.
EL ANÁLISIS
Sin embargo, por más bello que parezca el proceso, lleva varios años perfeccionarlo. Y el resultado es nitrito de amonio con algunos derivados de la madera, que se cuelan en la fermentación.
Como sabemos a esta altura, el nitro aéreo es una sal para la supervivencia de la naturaleza, no para la longevidad del ser humano.
En el pasado se podían recrear con sueños de aguas celestiales que proveían longevidad y hasta fantasear con recostarse en el césped en noches de primavera para llenarse del prolífico rocío de mayo para mejorar la elasticidad de la piel. Incluso no faltará Eugene Canseliet que dijo que utilizó al sal del rocío para curarse de un problema relacionado con el corazón.
Toda la fantasía es posible: todos los sueños maravillosos son fáciles de asimilar y de transportar en imágenes visuales o en floridos textos alquímicos. Pero la realidad de la ciencia es fría y maquinal y no acepta poesía. Y opinamos, como Limojon de Saint Didier, que estos procesos fueron inventados para que personas sencillas tengan con qué entretenerse.